Liu Ao había viajado a todo galope durante tres días enteros. Cuando llegó al palacio hacía ya tiempo que las carretas y sus sirvientes habían quedado atrás. Sólo su custodia personal se las componía para seguirle el paso.
Había recibido una carta de Zhao Quiu diciendo que estaba en problemas que lo dejo preocupado.
Pocas horas antes, al encontrarse con una tormenta y un río a punto de desbordarse, el joven había continuado la marcha entre el lodo. El grupo que frenó a los caballos en el patio estaba cubierto de barro. La rama de un árbol había golpeado a Liu Ao en un ojo; la sangre seca le daba un aspecto hinchado y grotesco.
Desmontó deprisa y arrojó las riendas a un guardia. En el aire flotaba un aroma demasiado delicioso que le hizo rugir el estómago.
Liu Ao se detuvo por un momento, de puertas adentro, para acostumbrar la vista a la luz.
–¡Liu Ao! –exclamó Liu REnchen, adelantándose a su encuentro–. ¡Estábamos preocupados por ti! Por la mañana iba a enviar a un grupo de hombres en tu busca. Tus vacaciones se tornaron algo largas hijo
Un hombre se acercó –Conque éste es el novio perdido –sonrió, mirando a Liu Ao de arriba a abajo, sin pasar por alto sus ropas mugrientas y desgarradas–. No todos estábamos tan preocupados, Liu Renchen.
–Amigo mío, encontrémonos de nuevo mañana, déjame disfrutar de la llegada de mi hijo hoy-. Liu Renchen le dijo a su amigo Fa Ding, nada mas y nada menos que el padre de Fa Xiao.
-No te preocupes Renchen, me retiro por esta noche- con esto Fa Ding saludo con la cabeza y siguió a un eunuco que lo acompaño a la salida.
Liu Renchen puso una mano en el hombro de Liu Ao y lo guio hacia un salón de su propio patio.
–Pasa, pasa, muchacho. Necesitamos tiempo para conversar.
Aquél era un cuarto amplio, con paneles de roble tallado en forma de pliegues. Contra una pared se veía una hilera de libros sobre una larga mesa de caballete. Completaban el escaso mobiliario cuatro sillones instalados ante una gran chimenea, donde las llamas bajas ardían alegremente.
–¿Qué fue eso de recién? –preguntó Liu Ao de inmediato.
–Antes que nada, siéntate. Pareces exhausto. ¿Quieres algo de comer? ¿Vino?
Liu Ao sacó el almohadón de una silla y se sentó
–Lamento haber llegado tarde –dijo, tomando el vino que su padre le ofrecía –Mis vacaciones se habían puesto bastante interesantes, planeaba en realidad tomarme un poco más en volver, pero recibió una carta. He viajado a todo galope hasta llegar aquí.
Se quitó un trozo de barro seco del cuello y lo arrojó al fuego. Liu Renchen hizo un gesto afirmativo,
–Se nota por tu aspecto. Quisiera saber de quién es la carta que te hizo volver tan rápido, si no mal recuerdo te envié varias, pero tardaste siete meses en volver. Si no se me hubiera anunciado que te aproximabas con el estandarte real, jamás hubiera podido reconocerte. Ese corte que tienes en el ojo ¿es tan malo como parece? –Liu Ao se tocó el sitio, distraído.
–Es casi toda sangre seca. Venía demasiado aprisa como para que me chorreara por la cara –bromeó, su padre se sentó frente a él.
–Me alegro de volver a verte. ¿Cómo están tus hombres?
-cansados, el resto llegara al amanecer. Ahora que hemos terminado con eso –dijo, con lentitud– tal vez quiera usted padre revelarme lo que me está ocultando.
El anciano río entre dientes; fue un ruido grave y delicado, que brotaba del fondo de su garganta.
-tengo muchas sorpresas hijo, justo estaba esperando una de ellas.
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Domando un corazón de piedra
RomanceBorracha tuvo un accidente de transito,para despertar y darse cuenta que no solo habia transmigrado al pasado si no que también ahora era un hombre con la capacidad de embarazarse abandonado en su noche de bodas por su esposo. al ser una persona de...