Cambios

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Fa Xiao se levanto temprano, preparar el bizcochuelo de naranja para la abuela era todo lo que iba a ocupar su mente esta mañana. No quería saber ni ver de su "esposo" pensaba fingir que este hombre no había vuelto todavía y que su vida diaria siguiera tan pacifica como hasta ahora.

Liu Yiju entendió la indirecta y no menciono a Liu Ao en todo el desayuno, se concentro en disfrutar del manjar que su nieto le había traído.

-este te de jazmín es simplemente el mejor

-hice traer varias cajas para la abuela, ya que no puede ir al patio de te por su enfermedad al menos lo puede disfrutar aquí.

-que nieto tan filial me dio el destino- Liu Yiju sonrió. - podrías dejar a Rab aquí luego? Me gusta que mantenga calientes mis pies.

-como la abuela lo desee, Rab estará a su cuidado.

La anciana disfrutaba mucho de leer con el perro a sus pies, a su edad donde el movimiento y las salidas eran cada vez mas limitados, tener la compañía del animal era una bendición.

Fa Xiao había prometido jugar una partida de go con Zhang Tuo, hacia semanas que no se veían debido que el mayor había partido en un viaje al reino vecino.

Como siempre no importaba la táctica que Zhang Tuo intentara siempre perdía ante Fa Xiao

-no es justo! Ni siquiera me dejas ganar una vez como para mantener mi honor

-no creo q tu honor aceptase que ganaras porque yo lo permití

Zhang Tuo sonrió mostrando sus hoyuelos- tienes razón, por eso voy a recurrir a mi técnica secreta- y con esto intento agarrar la mano del menor para poder llenarla de besos.

Fa Xiao se reía de él con todas sus ganas. Le apoyó la otra mano en el pelo, mientras él le repetía promesas de amor y gratitud eternos a cambio de dejarle ganar una sola vez.

Y así fue como los encontró Liu Ao. Había olvidado en gran parte la belleza de su esposo. Había pensado que la visión de anoche había sido en parte por su cansancio y fatiga, se convenció de que había visto mas hermoso de lo que era al joven. vestía una túnica sencilla y adherente, hecha de suave seda azul. Llevaba la cabellera recogida hacia atrás en una trenza larga y gruesa. Y ese atuendo sin pretensiones le hacía más encantador que nunca. Era la inocencia en persona, pero la generosa curva de su trasero, demostraban todo lo contrario.

Fa Xiao fue el primero en cobrar conciencia de que allí estaba su esposo. La sonrisa se le borró inmediatamente de la cara y todo su cuerpo se puso rígido.

Zhang Tuo sintió la tensión de su mano y levantó la vista, interrogante; al seguir la dirección de su mirada, se encontró con la cara ceñuda de su amigo. No había dudas sobre lo que él pensaba de la escena. Fa Xiao quiso retirar la mano de entre las suyas, pero él se la retuvo con firmeza, para no dar la impresión de culpabilidad.

–He estado tratando de convencer a Fa Xiao de que pase la mañana conmigo–dijo en tono ligero–. Hace dos días que estoy de regreso en este cuarto sin nada que hacer más que revisar papeles, pero no puedo persuadirlo de que me dedique más tiempo.

–Y sin duda lo has intentado por todos los medios–se burló Liu Ao, con la vista clavada en su esposo, que lo miraba con frialdad.

Fa Xiao retiró bruscamente la mano. –Debo volver a mis tareas–dijo, rígido. Y salió del cuarto.

Zhang Tuo atacó primero, antes de que Liu Ao tuviera la oportunidad de hacerlo. –¿Dónde te habías metido? –Acusó–. A los dos días del casamiento, dejas a tu esposo en el patio abandonado como si fuera un baúl más.

Domando un corazón de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora