La cacería de corazones da comienzo

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Como Bao Yi había vuelto, el era el que se encargaba del entrenamiento de las tropas del palacio, aun así, Zhang Di se sumaba a los entrenamientos cada día. La mayoría de los soldados lo veían como una muestra de humildad dl general de seguir entrenando a la par con ellos a pesar de que ya no tenía que hacerlo. Solo Yan Xilien pensaba que se iba a volver loca en cualquier momento. Luego de enterarse de su secreto el general la había estado chantajeando a u manera de ver para no informarle al emperador, le pedía que haga las patrullas con él, que compartan un almuerzo e incluso le pidió que le prepare un baño y haga guardia afuera ya que se negó a tomarlo con él.

Lo que ella no sabia era que Zhang Di ya había mantenido al tanto de su situación a Liu Ao, no había secretos entre los amigos. Y lo que ella estaba viendo como chantaje eran las formas del joven de tratar de arrimarse a ella y poder lograr algún vínculo.

En este momento estaban entrenando al sol y Zhang Di, como la mayoría, no llevaba nada puesto de cintura para arriba. Lo que sería una vista fantástica si el maldito hombre dejara de atormentarla cada día. Había comenzado a soñar con el por las noches, al principio eran sueños donde el la delataba delante el emperador y era sentenciada a morir. Luego se volvieron sueños un poco más íntimos, hasta llegar al de la noche anterior donde se despertó con una necesidad sofocante, que no había sentido en sus veinte años. Lo que la mantenía mas alejada de lo normal el día de hoy, ese hombre era peligroso. Podía poner en juego el cuello al quedar expuesta por su culpa, pero no podía apartar la mirada de tan magnifico ejemplar.

—Pídemelo amablemente y puede que te deje hacerlo.
— No sé de qué está hablando general— se asustó por que de pronto se sintió expuesta.

—Estabas viéndome como si me quisieras comer
—¿acaso sabe leer mentes?
Zhang Di se acercó lentamente a su cara.
—No, lo que sucede es que mientes fatal. Tus ojos lo dicen todo. Además, sé cuándo una mujer está pensando en acariciarme.
—No estaba pensando en acariciarte. —quiso quitar su rostro hacia un lado—. Estaba pensando que tu tono de piel es muy parejo.
Notó un calor que producía la vergüenza subir por la espalda y escuchó un ronco susurro al oído.
—Déjame que te acaricie y yo dejaré que me acaricies a mí... tu piel me tiene fascinado. Eres un soldado fuerte y sin embargo estas tan pálido como un puñado de nieve
Yan Xilien no tenía ni idea de cómo lidiar con él, de modo que salto se alejó lo más que pudo y fue en busca de su amigo para que le sirva de escudo.
—Ni lo sueñe general.

Zhang Di la vio alejarse y una sonrisa satisfecha iba creciendo en su cara.




Unos golpes particulares sonaron en la puerta de su sala de descanso. Nadie tenia permitido molestarlo en ese lugar a menos que sea por algo urgente, dándose a conocer primero por el golpeteo clave contra la puerta.

-Pasa. - una voz serena, hizo que un escalofrió recorriera la espalda del sirviente.

-Mi señor tengo noticias del fugitivo y del niño. - sin esperar a que se le permita seguir, el sirviente saco de entre sus mangas una carta- fueron acogidos en la casa del gran General Bao Yi, aun no se sabe como es que terminaron ahí, pero es imposible infiltrase para una extracción ya que el general se ha mudado al palacio imperial y los ha llevado consigo.

-Es que nadie puede hacer una mierda bien? ¿Acaso no pedí que fueran recapturados antes de que algo más grande pase? ¿Como es que un muchacho afeminado y un niño pueden burlar a la mejor seguridad que entrenaron los oscuros? - mientras el hombre gritaba y tiraba cosas, el sirviente mas temía por su vida.

-Mi señor pedimos disculpas, eso no es todo. - El hombre que estaba destrozando todo se quedó quieto de pronto, tan quieto que ni su respiración se escuchaba.

Domando un corazón de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora