Capítulo XVII: Boleto para salir del Infierno (Parte 1)

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"Mi principal preocupación es proteger a las personas de los daños". (Jean-Claude Juncker).



Luego de que Alicia ordenara a los infectados atacar a los carroñeros, los dos bandos chocaron, dejando una explosión de sangre. Eva hacía lo mejor que podía para proteger a su jefe. Junto a algunos de sus hombres sobrevivientes, aniquilaban a los infectados con rifles de asalto, incluso hasta con ballestas semiautomáticas.

Alicia cayó al suelo con pequeños espasmos y de su nariz salía demasiada sangre. Norman la jaló hacia donde se encontraba Kaira mientras veía la ensangrentada batalla. Al menos los infectados ya no los atacarían. Eric debería encontrarse a punto de llegar; su plan no había salido a la perfección, pero tampoco había fracasado.

—¡Norman! —gritaba Franco con un grupo de veinte personas, la mayoría jóvenes—. Maldición, ¿qué le pasó a Alicia? Eric está atrás con Samanta esperando, vámonos.

Norman asintió mientras los infectados y carroñeros se acumulaban en la puerta principal. Si no escapaban en ese momento, todos morirían. Norman vio como el cadáver de Susan quedaba en la lejanía; al ver el rostro de Franco solo encontró dolor y pesadez, pero su amigo sacó fuerza de donde no tenía para continuar. Samanta lo esperaba.

Franco cargaba a Alicia en su espalda y Norman a Kaira en sus brazos. Todos corrían mientras los demás supervivientes les cubrían la espalda. El chico le dio un último vistazo al cuerpo de su pequeña hermanita para respirar con dificultad y seguir su camino.

—¡Se escapan nuestras presas, mátenlas! —bramaba Buitre furioso al ver que el grupo de aquel muchacho escapaba por atrás.

Diez de los veinte hombres y mujeres que Franco rescató se quedaron a cubrir la puerta, mientras se daba un intercambio de balas entre ellos y los hombres de Buitre. Los pocos infectados que quedaban estaban luchando con Eva, quien a pesar de sus múltiples heridas seguía peleando como si no hubiera un mañana.

—¡Chicos, rápido suban! —les gritó Samanta, quien conducía una camioneta roja junto a Eric en la camioneta negra.

Todos entraron en las camionetas esquivando balas, piedras y llevándose golpes por las posiciones incómodas. Samanta al ver la cara de Franco tragó saliva; Susan no estaba con ellos y el muchacho tenía los ojos rojos y unas horribles bolsas negras debajo de los mismos. Aun así, no era momento para consolar a nadie; primero debían salir vivos de ese infierno.

—Estaban infectados, dijeron que nos darían tiempo —le dijo Franco mirando a Samanta quien asintió y le hizo señales a Eric para que arrancaran.

Los vehículos tomaron carretera a máxima velocidad para luego de media hora ir a velocidad moderada. El sol comenzó a ponerse y la calle estaba tan silenciosa como un entierro; aunque aquello era lo más apropiado para todos, estaban heridos, cansados, traumatizados y derrotados.

Norman de inmediato miró a Alicia y Kaira preocupado; ambas eran anormales, no humanas, pero aun así habían recibido demasiado daño. Debía hablar con Kaira y ayudar a Alicia a controlar esas habilidades. No siempre contarían con esa "suerte".

—Tranquilo, ellas estarán bien, recuerda que Alicia no es humana, y al parecer Kaira tampoco. —Cuando despierte y se mejore, hablaremos eso con el grupo —le comentó Eric viéndolo por el retrovisor.

Norman asintió más calmado; estaba sentado atrás en la maletera junto a dos camas improvisadas con sábanas y almohadas donde descansaban las dos chicas; al parecer Eric sabía que habría heridos.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora