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No volví a tratar mal a Vicky desde ese día.

Decía que la odiaba, sólo para sacarla de quicio, sin embargo, gracias a ella ya podía andar con las muletas con más confianza.

De hecho, ella había asegurado que pronto podría dejar aquella maldita silla de ruedas.

Porprimera vez desde el accidente, tuve esperanza.

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora