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—Eres genial, Less —brindé junto a ella en nuestro nuevo sillón.

La remodelación al apartamento fue de maravillas. Ahora tenía espacio para andar con las muletas o la silla de ruedas. Less tenía un respirador también cerca, al que usaba al menos una vez a la semana para cuidar sus pulmones mientras esperaba un trasplante.

Para eso solía venir una enfermera contratada por su padre. Le hacían sus chequeos religiosamente cada fin de semana.

—No seas tonto.

Algunas cosas nunca cambiaban. Eso seguía siendo un te amo. 

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora