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Tres semanas de rehabilitación y ya me sentía mejor.

Vicky, la desgraciada, tenía razón. Al principio era mucho peor de lo que realmente sucedía.

Por supuesto que aún no estaba bien, ni siquiera estaba cerca de estar bien, pero al menos ya podía comenzar a moverme para ir al baño sin tener que llamar a mi mamá.

Eso le daba puntos a mi dignidad. 

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora