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—¡Alex! —exclamó su padre, apenas me vio.

Se acercó, agitado. Parecía haber corrido hasta aquí luego del trabajo, por lo que su traje estaba arrugado.

A veces, cuando el mundo se detiene por completo para ti, no notar el pasar del tiempo.

Apenas y noté cuando mi madre llegó, junto a mi padre, quien se mantuvo silencioso a su lado. Y mi hermano también pasó por aquí, trayéndome ropa y comida.

—Señor —saludé con respeto.

—¿Qué ocurrió?

—Tenía días quejándose de un dolor, le pedí que viniera, pero se negó. Lo siento, señor. No logré cuidarla.

—No es tu culpa, Axel —interrumpió mi madre.

—Ni siquiera pude traerla aquí —negué con desesperación.

—Pero aquí está —su padre puso una mano en mi hombro—. Hiciste todo lo que debías hacer, Axel.

—Debí hacer más.

—Ya eso no nos toca a nosotros decidirlo —miró con anhelo hacia la puerta que nos separaba de Lexy.

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora