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Grité, incluso cuando tenía un tubo atravesando mi garganta. Ni siquiera aquel dolor que yo mismo me estaba provocando me detuvo.

En segundos muchos doctores me rodearon, intentando tranquilizarme.

¿Tranquilizarme? 

¿Cómo podría hacerlo? 

No podía sentir mi pierna derecha.

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora