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—Muchacho —escuché a su padre llamarme.

Lo primero que noté fueron sus ojos rojos, el rastro de las lágrimas en su rostro. Su expresión era tensa y severa. Por un segundo, temí lo peor.

Sentí un gran dolor en mi corazón, quedándome sin aire del impacto.

—¿Axel?

Ese fue el primer ataque de pánico luego de mucho tiempo.

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora