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—¡Axel! —gritó Lexy detrás de mí.

—¡Ve a casa! —respondí sin verla.

—¡No!

Me subí al auto, intentando controlar mi temperamento.

Ella se subió en el asiento de copiloto sin dudarlo.

Me sorprendió su arrebato, me sorprendió que decidiera subir conmigo, incluso cuando estaba furioso.

—Déjame solo, Lexy.

Era una súplica que esperaba que nunca cumpliera.

—No lo haré.

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora