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—¡Lexy! —grité, soltando las muletas y llegando a tiempo para atajarla y que su cabeza no se golpeara con el suelo.

El impulso, sin embargo, nos llevó a ambos, provocándome un gran dolor en la pierna.

Fue la primera vez en mucho tiempo que maldije mi condición.

Fue la primera vez que sentí que el corazón se me iba a salir de la garganta.

Sobre todo, al notar que apenas y estaba respirando y que su piel se tornaba mortalmente pálida. 

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora