Por una razón.

Epílogo.

La feria estaba tan viva como siempre, con sus luces y colores. El ruido y las risas llenaban el lugar, mientras las personas vivían en su pequeña burbuja, todos en el mismo lugar. Caminaba tomado de la mano con Less, mi novia.

Después de muchos meses de rehabilitación, pude utilizar una prótesis, que me permitía caminar casi sin problemas.

Claro que no todo fue color de rosa. Adaptarme a la prótesis tomó mucho tiempo, caídas y dolor, pero ahora era capaz de incluso correr, conducir un auto o simplemente pasear en público sin llamar la atención de las personas a nuestro alrededor.

Me había graduado hacía un par de años y ahora trabajaba en una gran compañía. Tenía un puesto importante como supervisor, ganaba mucho dinero, por lo que pudimos mudarnos a una casa más grande. Less aún estaba en prácticas, pero ahora era una enfermera y de las mejores en su trabajo.

Por eso nos encontrábamos en una cita. Era típico para nosotros ir a la feria, jugar un rato en cada atracción y luego ir a cenar.

—¿A dónde quieres ir ahora? —preguntó, sonriente.

—Vamos por unos helados y luego a la noria.

Asintió, divertida. Tomó mucho tiempo mejorar la condición de sus pulmones, pero ahora estaba perfecta. Aún tenía un chequeo cada tres meses, al que asistía por ley.

Su recuperación fue muy lenta y tortuosa, pero ambos logramos superarlo, apoyándonos en cada paso. Nuestra relación se convirtió en algo tan sólido, que cosas como las peleas rutinarias no nos afectaban demasiado.

Claro que peleábamos, pero nos encargábamos de hacer las paces el mismo día. Aprendimos a respetar nuestro espacio y nos apoyamos en la comunicación como una base esencial.

Compré nuestros helados, divirtiéndonos al ver a los pequeños corretear. Había algo mágico en ir a la feria, las luces, la risa, la diversión, todo era un conjunto increíble. Amaba el ambiente, pero más amaba a la chica que caminaba a mi lado.

Después de comer, nos subimos a la noria. El vestido de Less parecía brillar con luz propia, de un bonito color amarillo y flores rosadas. Seguía dibujando en sus tiempos libres, diseñando algunas cosas para una empresa que trabajaba en la web. Lo hacía más como un pasatiempo, pero también su arte era valorado y apreciado. Su cabello color chocolate estaba decorado con un broche de pequeñas flores, mientras su rostro se mantenía hermoso con apenas un poco de maquillaje.

—¿Por qué me miras así? —cuestionó.

—Es que eres hermosa.

—Ah, lo dices por el vestido —comentó risueña—. Te lo prestaré cuando quieras.

—¿Sabes algo, Less? —Ella me miró con atención—. Si alguien me hubiera dicho en esa primera cita, que estaríamos aquí ocho años después, probablemente me hubiera reído.

Ella sonrió, tan hermosa y tan cautivante. Me armé de valor para seguir hablando.

—Las cosas no han sido sencillas para los dos, pero aquí estamos. Te amo, siempre te amé. Desde aquel día que vi a la chica callada que sólo quería dibujar.

—Yo también te veía —confesó—. Te veía divertirte, jugar fútbol, salirte con la tuya. Nunca fuiste alguien que pasara desapercibido.

Llegamos a la cima. Y tal como le pedí al chico de la noria, nos quedamos ahí. Al principio Lexy se mostró nerviosa, sin embargo, al verme tan tranquilo, decidió relajarse.

—Te elegí a ti, porque tienes un brillo increíble. Te elegí la primera vez que te hablé, te seguí eligiendo cuando comenzamos a salir. Te elegí cuando el accidente ocurrió y seguí eligiéndote cada día luego de el. Decidí elegirte, porque siempre me diste una razón para hacerlo. Una razón para quedarme, una razón para amarte, una razón para estar contigo cada día. Y ahora, te estoy eligiendo, por una razón, para pasar el resto de mi vida contigo, si tú me lo permites. Así que dime. ¿Te casarías conmigo, Less?

Sus ojos brillaban, su mirada cayó sobre mí, cuando me puse sobre mi pierna y saqué el precioso anillo de diamantes que tanto me costó elegir, soltó una pequeña exclamación. Ninguno era como ella, sin embargo, había una simpleza en el anillo que lo hacía hermoso, tal como Less.

Las luces, su respiración acelerada, el ruido de la feria, el anillo. Todo cayó sobre mí, por lo que sonreí con nerviosismo, esperando su respuesta.

Y ella dijo que sí.