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—Tuvimos que amputarte la pierna —explicó el doctor, luego de muchas horas. 

Las primeras horas estuve sedado. ¿Quizás aún lo estaba? 

Hablaba de tantas cosas, pero nada me importaba.

Estaba incompleto y nunca volvería a ser el mismo.

El doctor y mi madre conversaban sobre recuperación y cuidados, pero no podía importarme menos.

Tenía sólo diecinueve años y mi vida no volvería a ser la misma.

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora