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Fue tanta mi impresión, que mis brazos dejaron de sostenerme. Caí al suelo, sin intentar aferrarme a las muletas.

El golpe que me llevé no fue nada comparado con mi sorpresa.

—¡Axel! Dios. ¿Estás bien?

¿Por qué se veía preocupada? Había pasado seis meses sin saber nada de ella.

¿Y ahora se atrevía a aparecer como si nada?

Ese sueño sólo me mintió. Less no estaba conmigo.

Eso sólo se trataba de mí, intentando justificar su ausencia.

Por una razón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora