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🍏Capítulo XVIII

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       Capítulo XVIII

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Alexandra

¿Su Majestad 👑 si hará hoy el honor
de venir donde sus plebeyos?  8:13Pm.

Me topé con el mensaje cuando volvía del baño, al bar del hostal, estaba algo lleno, yo ayudaba a entregar las bebidas, a distribuirlas por las pocas mesas del lugar.

Jaque

Por supuesto. ¿Hoy también está a
 rebosar? ¿Marcos sigue siendo
 la sensación? 8:15pm.

Alexandra

Obvio microbio, él es toda una estrella
en el lugar. 😉 8:15 Pm.

Justo cuando iba a contestarle, entró otro mensaje de ella.

Alexandra

Pero hoy no nos vas a ayudar, vas
a disfrutar, amiga mía. 8:15Pm.

Jaque

Vale, te tomo la palabra.
Estaré allí a eso de las once. 8:15Pm.

A decir verdad estaba un poco cansada, por lo que agradecía el que pudiese disfrutar de una noche tranquila en el bar. Justo cuando estaba abrazando a papá para salir, Cami me abordó, no habíamos tenido oportunidad de hablar después de que el profesor se fuese.

—Alto, espera preciosa. Necesito preguntarte algo, ven acá  —estaba volviendo de uno de los cuartos del segundo nivel, por lo que se detuvo justo a los pies de la escalera. Le hice caso, moviéndome hasta quedar frente a él. Era obvio que se moría por preguntarme a cerca de Marcos, estuvo la mitad del corto turno viéndome con cara de afán, y, la otra mitad con cara de mártir gracias a la joven huésped que me había pedido su número, la cual no había perdido mucho el tiempo .

—¿Tienes amiga nueva? —aproveché para fastidiarle.

—No, yo no, pero tú sin duda tienes un muy, muy buen amigo nuevo —le miré, haciéndome la santa.

—Ni idea de qué me hablas.

—Ya —él me escaneó de arriba a abajo, haciendo una mueca, dejé la mala actuación, riendo.

—Vale, Marcos no es mi amiguito, es mi profesor. Por más que te mueras porque suelte detalles raros —una sonrisa se plasmó en su rostro —, no los hay, lo siento hermanito.

—No es normal, Jaqueline, que un profesor te traiga, te digamos manipule para que le ayudes. No me veas así, yo sé que no te manipuló, sólo dejemos esa palabra, ¿Vale?

—Ajá —dije con sorna.

—Entonces: almuerzas con él, te tra...

—Almuerzo, Cami, sólo uno. Y no estábamos solos, fue algo familiar, él ni siquiera quería pero Su digamos que le obligó —interrumpí. Él suspiró.

—Por Perséfone bendita. Está bien, un almuerzo —alzó el dedo índice —, te trae, haces de secretaría exclusiva. No me interrumpas más, deja que termine por favor —pidió luego de ver que iba a abrir de nuevo la bocota. Estaba sonriendo —. Te defiende de tu ex tóxico, lo cual le agradezco, y, te mira de esa manera.

—¿De qué manera?

—No te hagas la tonta, hermana mía —me recosté en la pared, cerré los ojos.