🍏 Capítulo X

377 52 51
                                    

┌───── ⋆⋅✿⋅⋆ ─────┐

             Capítulo X.

└───── ⋆⋅✿⋅⋆ ─────┘

Coexistí todas las clases con un endemoniado nudo en la garganta, el cual se acrecentaba a medida que avanzaban las manecillas del reloj, recordándome impacientes mi deber con el profesor Piedrahita. «Como si pudiese pasarlo por alto».
A la una y cincuenta terminó mi última tutoría del día, me dirigí a la cafetería con unos cuantos compañeros, las gemelas incluidas, para "disfrutar" del almuerzo, no obstante mis ansias me permitían poco más que masticar, tragar y golpear el pobre suelo que no tenía culpa de nada, con el talón nerviosamente.

—No puede ser tan malo, ¿Verdad?, es ayudarle. Es probable que te vaya a poner a acomodar papeles, a clasificar documentos —dijo Giselle al ver mi evidente desasosiego—. Ya quisiera ayudarle yo, uf, el profesor Marcos está para envolverlo, destaparle pedazo por pedazo y disfrutar de él cada día —soltó abanicándose con una servilleta. 

«El problema era ese... Uf». La chica se ganó un golpecillo de su hermana. 

Por mi parte, Joan, un compañero sentado a mi lado con el que veía sociología jurídica, quien a su paso le hacía ojitos a Gabriela desde que se la presenté se mostró curioso.

—¿Quién es el bombón del que están hablando? —interrogó como quien no quiere la cosa.

—Es el maestro de Introducción a la Comunicación —respondió Giselle volviendo a mover la servilleta. Joan le prestaba más atención a la otra hermana cosa que de momento no era correspondida, recordé que debía mencionarle en algún otro momento que ella tenía novio para evitar que se hiciese ilusiones.

—¿Cómo se llama? —otra pregunta de mi curioso socio.

—Marcos Piedrahita —siguió hablando la misma Gemela.

—¿Piedrahita, es nuevo?

—Eso creo —respondí removiendo una porción ya casi agotada de ensalada, como por quinta vez.

—¿Y tú por qué estás así, volviendo ese plato indeseable? en otras circunstancias ya casi hubieses terminado para salir corriendo al trabajo —ahora me veía a mí.

—Hoy voy mucho más tarde.

—¿Por qué?
«¿Por qué estas tu tan curioso?». «La cuestión es: ¿por qué estás tú tan jodidámente nerviosa?». Peleaba de forma interna.

—Llegue tarde a la primera asesoría así que tengo que hacer de "voluntaria" —hice el gesto de comillas inglesas en el aire con los dedos índice y corazón de cada mano —, para él por un mes —continuaba triturando la comida sin ganas mientras hablaba.

—¿Y si está tan bueno como dice acá la señorita —señaló a la gemela —, por qué estás con cara de ojete?
«Maldita sea, que ese es el mísero problema, que está como para amanecer todos los días a su lado. deleitándose hasta con su mal aliento».

—Yo estoy bien, es que no me gusta faltar al trabajo, papá y Camilo deben hacer el doble por mi culpa —mentí descarada... Aunque si sentía algo de pena por ello.

—Te das cuenta de que cuando te gradúes va a ser así. Tú no vas a poder ayudarles siempre ¿Y si te mudas a otro país? —formuló mi compañero

—¿Y si te casas? —expresó Gabriela.

—Yo no les ayudo y ya, gracias a que soy una empleada más allí puedo vivir por mi cuenta, Joan. Por otro lado aún falta mucho para graduarme así que —alcé el tenedor haciendo un círculo abarcando el espacio —, no creo mudarme, todo lo mío está acá. Si me caso —vi a Gabriela, me dio risa imaginarme una boda con Julián, no podía visualizarlo pidiéndome matrimonio, él es tan... Él; no desea casarse, para ser franca, por el momento yo tampoco lo deseo, quiero finalizar mi carrera, ya después veremos —, eso no está en mis planes —ella alzó los hombros.

Siénteme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora