🍏Capítulo XXX

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(Este capítulo es narrado por Jaqueline, se desarrolla en dos líneas de tiempo; la primera parte progresa entre el día en que intentó esclarecer las cosas con Marcos y en el transcurso de unos cuantos días siguientes. La segunda, se lleva a cabo dos semanas después. Cuando pase a esta también lo especificaré. Disfruten la lectura.)

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           Capítulo XXX.

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Pensé varias veces, a lo largo del día en faltar a la siguiente asesoría de comunicación, era inmaduro, pero, qué más daba. En contraposición a lo que supuse, me sentía más deprimida y turbada por su rechazo que avergonzada por haber sido sincera con esto que llevaba sintiendo desde hace meses. Estaba de nuevo dándole vueltas a la idea de ausentarme mientras miraba el techo blanco de mi habitación. Había llegado hace poco del hostal, la jornada se me había antojado insufrible. Me costaba todo: caminar, hacer cuentas, limpiar, sonreír a los clientes... Dios, sentía un vacío en el pecho, una sensación de pérdida tan descomunal que me asustaba, esto era potenciado por la cereza del asunto; ese algo que tenía con Marcos era utópico, pues él nunca, nunca había sido mío.

«Debí controlarme, nunca debí besarle».

No, aquello sólo haría más extenso este jueguecito en el que nuestros ojos decían mil cosas, en el que delirábamos por acercarnos al otro, pero, al pasar a la realidad, moría todo. La zozobra de ese escenario ya me estaba comenzando a cansar «Tienes razón, es mejor que te duela el pecho, que seas desdichada, a tener siempre el bichito de la duda». Secundaba mi dramática consciencia. No era desdichada, aunque mentiría si dijese que no me sentía mal. 

Marcos me encantaba, ¿Por qué era tan difícil si sabía que no le era indiferente? Era absurdo seguir haciéndome la tonta o escuchando a esa parte insegura de mi consciencia que me instaba a ignorar lo que despertaba en él, que me orillaba a cuestionarme lo que él respondía al observarme, lo que dejó escrito en mi piel ayer. La remembranza de su mirada vagando por mi ser, la tarde anterior, se mezcló a la perfección con la pegadiza letra de una canción que tenía en constante replay mi tocadiscos mental, desde hace un par de días. Sin darme cuenta, comencé a sentir el escalofrío ensoñador del recorrido de los ojos vivaces, con la tonalidad del caramelo fundido, del hombre más misterioso y educado que había conocido en mi corta vida, al tiempo que me aporreaba los tímpanos al cantar suave la tonada.

And you can't breathe,
when your eye's all fixed on me.
Know you think that I don't see it, but I do.

Y no puedes respirar,
cuando tus ojos están fijos en mí
Sé qué crees que no lo noto, pero lo hago.

No quería obsesionarme más con su rechazo, pero, no podía dejar de prestarle atención a las palabras que había utilizado para ello. Me faltaba algo, un sentimiento real de tirria por su parte, no una mirada triste o un lo siento, necesitas algo mejor en tu vida. ¿Cómo es que él sabía que no era lo mejor para mí? ¿Por qué no me dejaba averiguarlo?

El evocar el roce de sus labios contra los míos me hizo perder en las sensaciones de aquel momento, contrayéndome el abdomen y haciendo que odiase por un momento al reloj que siguió avanzando, a Cupido por haber lanzado sus flechas mal y al maldito alcohol por nublarme el juicio hasta ese grado. «Nadie te obligó a tomar shots dulces como si fueran agua, querida». Lo sé, lo bueno de todo el asunto es que no me daba resaca por más que tomase, ya bastante tenía con el dolor en otras partes de mi cuerpo.

Your body keeps me awake,
but I say nothing,
And you say nothing.

I give it all for a taste,
but we say nothing.
It's time for something.

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