🍏 Capítulo III

596 83 87
                                    

┌───── ⋆⋅✿⋅⋆ ─────┐

            Capítulo III.

└───── ⋆⋅✿⋅⋆ ─────┘

Las luces exteriores volvieron a estar apagadas, sólo danzaban los destellos LED de colores. El lugar se llenó otra vez de la música festiva, supuse que el show había finalizado, que en estos más de quince minutos él podría haberse marchado ya. Anduve hasta la barra donde había un grupo de gente.

—Listo Erin, vuelvo a ser tu fiel sirviente —esta rio tras el mostrador, secando de paso unos cuantos vasos.

—¿Dónde está Alex? o ¿Qué necesitas tu primero? —le cuestioné.

—Cariño, ya que insistes, lleva esto a la mesa 4 y vuelve por esta otra bandeja para la mesa 2, por favor.

—Por supuesto —tomé una de las tablillas que estaba dispuesta para mí e hice lo propio; al regresar por la otra noté que Érica me veía de forma extraña.

—¿Qué sucede?, ¿cometí algún error? —me alteré un tris.

—No, por supuesto que no —apartó los ojos un momento como diciendo: mira allí, en el momento en que iba a seguir la dirección de la seña, Alex se me acercó por detrás, acomodándose en mi hombro derecho, bloqueando la vista.

—Estoy muerta —dijo con un toque de dramatismo que me hizo rodar los ojos.

—Y yo algo sudada, ¿sabes? y tú allí pegoteándote a mí.

—Como si yo no apestase también —contestó esta en tono infantil sin cambiar su posición. Nos reímos sin muchas ganas de nuestra transpiración.

—Vale, déjame salir que debo llevar esto a una de las mesas.

—Está bien, está bien gruñonsín, como mande usted.

Di un par de pasos hacia atrás por el espacio que ella abrió, fui hasta mi destino donde hicieron otro pedido, el cual ingresé diligente al sistema desde la tableta fija cercana a la barra, aprovechando para husmear un poco en la dirección que deseaba antes: allí estaba la masa de personas que noté en un inicio, mis ojos buscaron algo extraño, cosa que no hallaban, a pesar de que había luz suficiente. Estaba por la segunda inspección, justo en el momento en que me iba a dar por vencida le contemplé; el violinista estaba casi al final del mostrador, riéndose de algún comentario al azar, echando un poco la cabeza para atrás. Se veía sumamente atractivo, una alerta se activó en mi cerebro. 

Desvié los ojos, seguí con mi trabajo aunque no deseaba acercarme a él, sabía que era estúpida e infantil mi reacción, era obvio que no iba a dejar de colaborarle a mis amigas sólo porque un tipo fascinante me estaba alborotando un poco las hormonas. Actué como se debía, yendo hasta donde Erin, digna, con un nudo en la garganta, eso sí.

—¿Ya lo viste?  —me susurró al llegar la hermana de Alex. Supuse que hablaba del intérprete. Busqué en mi mente algún destello de su nombre, pero no lograba recordarlo.

—Sí. ¿Qué pasa con él? —hablé bajito al igual que ella.

—¿Cómo que qué pasa? me pidió tu número —abrí los ojos angustiada.

—¿Qué dices? —el nudo en mi faringe creció.

—Así es, me dijo que ya te lo había pedido, pero, que te habías negado diciendo no sé qué cosas del trabajo.

—¿Yo?... Espera, espera, ¿de quién estamos hablando ?

—Del joven de camisa azul, querida. Tiene una mirada preciosa,  es muy atractivo —dijo ella moviendo las cejas: él se encontraba al lado del solista.

Siénteme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora