🍏 Capítulo XVII

291 42 20
                                    

┌───── ⋆⋅✿⋅⋆ ─────┐

        Capítulo XVII

└───── ⋆⋅✿⋅⋆ ─────┘

La melodía ligera de sangría de Blake Shelton me hizo frenar en seco, lo pensé mejor «Gracias a Dios que no me le abalancé». Tomé el aparato: era mi padre, rechacé la llamada, en un rato le marcaría de vuelta. Al estar cerca, Marcos frunció leve el ceño cuando me observó hacerlo.

—¿Puedo llevarla a su casa, señorita Espinoza? —interrogó.

—Yo, no voy a mi casa, voy al hostal; siempre que termino de hacer lo que usted necesite, voy a terminar mi turno. Suelo quedarme un rato más para que sean por lo menos unas tres o cuatro horas —ahora sí, sus cejas se juntaron. Dejó escapar algo de aire antes de hablar

—Si desea puedo llevarla entonces allí.

Cavilé un momento, las ganas de sentirlo cerca un rato más me hicieron aceptar su oferta. Nos dirigimos a su coche, él dejó el violín en la parte de atrás, ya la bolsa la habíamos abandonado en el hospital. El espacio se volvió a llenar de su esencia adictiva. Le di la dirección del lugar la cual parecía reconocer de inmediato, me sorprendió un poco el que estuviese tan familiarizado con la ciudad, era de alguna manera, nuevo en el lugar. Esta vez no conversamos mucho en el trayecto, más que algunas frases sueltas sobre temas vánales. Se veía algo serio, no era su semblante: era su aura, el aire que despedía al hacer las cosas, al mover el volante.

Llegamos luego de unos veinte minutos, ya estaba comenzando a instaurarse la oscuridad en el firmamento. Marcos aparcó frente al hostal. Advertí que los dos miembros de mi familia estaban en la recepción: Cami estaba entregándole un sobre a uno de los huéspedes, papá estaba leyendo un folleto. Bajamos del auto casi al tiempo, noté cómo mis familiares dirigían sus ojos a nosotros desde que pusimos un pie en el asfalto. Mi hermano alzó una ceja de modo travieso, veía su cara, más allá de esta, sabía lo que estaba pensando. La persona a la que estaba atendiendo se despidió justo cuando cruzábamos la calle, él caminó hasta la entrada, al estar a mi lado, atacó.

—No que no —susurró. Yo me aclaré la garganta antes de introducir a Marcos, estaba bastante nerviosa. «Qué horror».

—Papá, Cami, él es el señor Piedrahita, es mi tutor de introducción a la comunicación. Estuvimos fuera del campus hoy, así que se ofreció a traerme.

—¿Fuera de la universidad? —la ronca voz de mi padre hizo eco desde dentro.

—Señor Espinoza —Marcos tomó la batuta de la conversación —, llevé a su hija a una clínica. Verá yo suelo ir una vez a la semana, a hacer ciertas tareas de voluntariado, ya que, hoy era el último día que ella me colaboraría, pensé que ayudar a alguien más en su compañía sería algo bueno. También el verla con Sam me había convencido de que a ella podría gustarle la actividad que tenía planeada para el día de hoy.

—¿Con Sam?, ¿quién es Sam? —indagó papá. No les había mencionado, ni de paso, la relación de Marcos con mis vecinos.

—¿La hija de Su? —mi hermano se unió a la plática, no había dejado de observar al profesor, pude notar el momento exacto en el que su mente conectó sus rasgos con los de Liam, o la madre de este. Marcos asintió, viéndolos a los dos.

—Samantha, además de Liam son mis sobrinos. Soy el hermano de Susana —mi padre dejó los folletos a un lado.

—¿Usted fue el que le sacó a Julián de encima? —interrogó el mayor de todos, acercándose. El profesor me observó con algo de reserva.

Siénteme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora