🍏 Capítulo XII

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            Capítulo XII.

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Me desperté a la una de la tarde para tener tiempo de preparar el postre que llevaría al dichoso almuerzo, tenía ojeras así que era probable que me maquillara un poco «Sólo propósitos estéticos, no influenciados por la indudable presencia de alguien».

A las dos con trece ya había finalizado con la preparación, estaba bastante contenta con el resultado de esta: dispuse las porciones en una bandeja en el frigorífico mientras me arreglaba.

Elegí un vestido rojo con pintas blancas el cual era una maravilla, ya que, tenía bolsillos. Recogí mi cabello en un moño con algunos mechones sueltos enmarcándome el rostro, unas baletas blancas sencillas, y un toque suave de cosméticos.Salí de casa a las tres con tres, no quería parecer urgida, no obstante, era de dominio público la predilección de Marcos por la puntualidad.

Como llevaba las manos ocupadas, toqué la puerta con el pie, percibí el maullido de Fox a través del espacio, luego, un par de saltos, así que supe que Samantha sería quien abriría. La pequeña me recibió con una sonrisa de oreja a oreja impulsada seguramente al ver que traía algo conmigo.

—Hola Jaque —la nena me abrazó la pierna haciéndome tambalear un poco.

—Hola, hermosa —respondí, el charol que llevaba no me permitía verla bien.

—Sam, deja que Jaque termine de entrar. Tus abrazos son de oro, cielo, pero ella puede dejar caer lo que trae, eso haría que ya no tengamos oportunidad de disfrutar de esa delicia —habló Susana desde la cocina; podía verla mientras probaba algo de un sartén al fuego: llevaba un suéter café, con un pantalón negro con detalles dorados, usaba zapatos de casa, además de un delantal. Su hermano estaba de pie detrás de ella: vestía una camiseta azul, una chaqueta de cuero, un pantalón negro y unas botas del mismo tono oscuro. Se encontraba hablando por celular, tenía la vista gacha.

—Vale —contestó Samantha. Sentí que se había alejado así que decidí ponerme en marcha, no obstante, cuando su tío alzó sus ojos hasta mí, hizo una seña para que esperara, se encaminó a la puerta mientras colgaba, al llegar tomó la bandeja de manera suave.

—¿Cómo está señorita Espinoza? —su hermosa voz recorrió la estancia; al tiempo que sus ojos vagaban por mi cuerpo.

—Muy bien —dudé un momento «¿Debía dirigirme a él como profesor?» —, muchas gracias, ¿Cómo está usted? —opté por ser sólo formal. Le sonreí.

—Me alegra que se encuentre bien —dio la vuelta para avanzar hasta el mesón de mármol oscuro donde dejó los postres —. Yo estoy perfectamente —«Sí que lo noto» —. Se ven exquisitos —estudiaba los platillos con atención, a su lado la menor de la casa se subía a un taburete que había tomado del comedor a escasos pasos de allí.

—Y espera a que los pruebes —sentenció Susi aún en la cocina —. Liam, ven a saludar, ha llegado Jaque —vociferó la señora de la casa a su hijo mayor.

—¿Valeria no ha llegado aún? —cuestioné.

—No cielo, aunque no debe tardar —me acerqué a la anfitriona sin dejar de ver al par que estaba conversando sobre los mousse.

—Pueden tomar uno, suelo hacer de más —Marcos y Samantha me miraron: la segunda con las mejillas encendidas, se veía lindísima con su vestido amarillo, con su coleta rubia que se movía a la par de ella.

—¿De verdad? —cuestionó esta. Asentí con la cabeza. La chiquilla corrió hasta nosotras —. Mami, mami, dame una cuchara, por favor —sonreímos todos ante la emoción de la niña. Marcos llegó a nuestro lado tomando el utensilio de uno de los cajones bajo la encimera, estaba tan cerca de mí que pude sentir su perfume amaderado. Dios que delicioso olía.

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