Capítulo XXV: Abre los ojos, esta es tu realidad.

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"Uno nunca es consciente de la paciencia que puede tener la venganza". (Anónimo).


Alicia abrió los ojos con una mueca plasmada en su rostro. Vio como a su alrededor todos dormían plácidamente, pero algo no la dejaba descansar a ella; era ese instinto de peligro que le asechaba en la mente, como ese tigre en la sabana, observando pacientemente a su presa. A lo lejos escuchaba pisadas y gritos, pero casi inaudibles; infectados, pensó para sí misma mientras salía del puesto militar a gran velocidad. Al tornar sus ojos del característico rojo carmesí captó lo que no la dejaba en paz.

Al agudizar su vista vio a Norman y Kaira heridos. Estos estaban siendo perseguidos por varias hordas de infectados. Atrás de ellos iba una cosa que parecía un humanoide con cabeza de venado y de gran tamaño; frunció el ceño, soltando el aire comprimido en sus pulmones. Los matarían a todos si no actuaba deprisa, aunque ella no es que pudiera hacer gran cosa; aparte de eso, se sentía mal por no haberle creído a Norman; no volvería a pasar.

En un parpadeo agarró una pequeña pistola en la mesita del fuerte, apuntó al cielo y disparó cinco veces. A lo lejos Kaira y Norman escucharon los disparos, y a pesar de estar heridos corrieron más rápido para llegar al campamento. Kaira vio cómo Norman se quedaba más atrás que ella, así que decidió cuidarle las espaldas, matando todo infectado que se acercara con potentes golpes certeros, con la potencia de un rifle, pero aún le lastimaba usar tanta fuerza a su organismo.

Todo el grupo se estremeció y se levantó de golpe gracias a los disparos. Si algo había aprendido Eric de ese tipo de situaciones, era que debía tener un arma a la mano lo más rápido posible, así que agarró la ya vieja M16 y salió afuera divisando a Alicia quien parecía asustada. A lo lejos se empezaban a oír gritos y gruñidos, el suelo temblaba levemente, Eric tragó saliva y empezó a temblar. ¿Cómo los habían encontrado?

Miranda y Sofía sacaban desesperados las armas y se subían al techo para disparar con mejor comodidad, Miguel en cambio tomaba la torreta y empezaba a fusilar a los infectados. Piernas, brazos, torsos y hasta árboles salían volando debido a la potencia de las balas. Pronto se le unió Franco en la otra torreta y Samanta a su lado, la cual llevaba otra M16.

Eric le lanzó el arma a Alicia y esta empezó a disparar. El muchacho fue con calma a buscar los bolsos donde yacían las armas; de ahí sacó un maletín de color negro con rayas negras. Sonrió satisfecho al ver lo que había adentro de tal maletín. No se había arrepentido de entrar a ese bunker antes de explotar la ciudad.

Cada vez llegaban más y más infectados; había miles sin exagerar. Alicia intentaba hacer uso de sus habilidades de dominio de colmena, pero no lograba gran cosa; fijó su vista en uno y se concentró; aisló todos los sonidos y molestias del exterior; solo estaban ahora ella y la bestia. Sus ojos se encontraron y Alicia sintió un escalofrío en la parte izquierda del cerebro. El infectado se había quedado de pie en medio de la estampida; ella le ordenó a través de sus pensamientos atacar a los otros.

Para su sorpresa eso hizo. ¡Había acabado con tres de los suyos! Pero no pasó mucho tiempo para que fuera mutilado por un infectado más grande, aquel humanoide que caminaba despacio hacia ellos; en su frente había un agujero de donde salía espesa sangre de un tono más oscuro. Este gritó con fuerza, dejándolos a todos aturdidos; aún así no dejaron de disparar hasta que las balas se les acabasen.

De pronto aquel ser emprendió una impresionante carrera hacia Norman y Kaira. Sus pisadas eran tan fuertes que hacían temblar el suelo, el pavimento lo agrietaba con cada paso y todo infectado que estuviese en su camino salía por los aires desmembrado.

Norman volteó y su rostro tomó un tono pálido, aún más que las nubes; su pulso acelerado llegó al clímax y sus pupilas se encogieron al mirar aquel ser tan cerca a él. Kaira corrió hacia aquella cosa, forzando sus habilidades al máximo, superando incluso la velocidad que aquella criatura poseía.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora