Capítulo XXVI: Un Pasado Amargo(Parte 4)

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2019, Base de la N.R.U. en la Antártida, 12:00 AM.

Ahí estaba Kaira, sentada impaciente, como si toda su disciplina, entrenamiento, modales, valores y toda regla que inculcara hubiera desaparecido por la emoción de la graduación. Ahí no era un soldado, solo una joven de dieciséis años a punto de lanzarse al mundo, para hacerlo mejor, para luchar por el bien, para destruir dictaduras y acabar con genocidas que tenían en su yugo a la gran y buena humanidad, aquella que había jurado proteger.

A su lado se encontraba su escuadrón, que en aquellos dos años le había acompañado, aceptado, peleado a su lado, compartiendo sangre y sudor. No podía pedir mejor grupo; eran la mejor escuadra, destacada en todos los sentidos: espionaje, combate singular y plural, infiltración, robo y tráfico de datos, hackeo, secuestro, tácticas de guerrilla y guerra convencional, estrategia, arte, filosofía, actuación, y demás áreas en las que los cinco destacaban mil veces por encima de su promoción.

Ahí estaban ellos; Kaira, orgullosa y emocionada, como líder de su escuadrón, pasó su vista por cada uno de ellos, empezando con Abram Vestomech, un joven de descendencia alemana, con una piel tan blanca como la nieve, fríos ojos azules brillantes como su carácter y actuar, alto como un poste de luz y fuerte pero esbelto, casi como un miembro de la nobleza; él era su capitan y más íntimo amigo dentro del escuadrón, cosa que al notar que ella la miraba le guiñó rápido, para seguir con su cara imperturbable... Kaira podía jurar que a veces aquel chico no se reía, bueno, solo con ella y a veces con Annia.

Annia Scrolet... La payasa del grupo, su ánimo y apoyo moral, su especialista en informática y la tercera mejor en el cuerpo a cuerpo, pero la primera con todo tipo de armas blancas. Era una joven sueca de sorprendente belleza, con una piel de porcelana clara, ojos verdes brillantes, los cuales eran acompañados por un largo, sedoso y hermoso cabello color marrón claro, ondulado hasta la cadera. Esta estaba moviendo y molestando a todos, nerviosa, sin ocultarlo.

Luego le seguía la mala cara, quien le quitaba el puesto a Abram de frío y mal carácter, la soldado hecha y derecha, la moralidad y sentido del honor de la escuadra, el manual del reglamento con patas, pero la más confiable, quien daría su vida por todos los del grupo... Juri Yarume; una joven japonesa de cabello lacio, corto hasta los hombros, con facciones delgadas pero femeninas, de piel bronceada y cuerpo esbelto, aunque era la más baja del grupo con un metro sesenta y cinco, cosa que en vez de desmotivarla o restarle carácter hizo todo lo contrario, pues era quien competía entre el mejor puesto de combate singular y la cara reluciente del soldado perfecto de su escuadra.

Por último se encontraba Gunter Zanchez, un joven mexicano, con la piel morena y el cabello achinado, con ojos marrones y de ancha sonrisa fraternal; era la conciencia y el hermano mayor del grupo, su escudo, su consejero, y no exageraba en que era su paladín, pues el muchacho superaba por poco en estatura a Abram, siendo fornido y enorme. Era especialista en sabotaje, guerrillas y artillería, claro, destacando en todo lo demás por igual que sus compañeros.

Todos se pusieron de pie, subiendo al gran escenario de hierro, inundando sus visiones con carpas de colores rojos, azules, verdes, amarillas con los logos de sus casas, pues todos en esa promoción venían de casas y sangres nobles antiguas, lo mejor de lo mejor del mundo y la humanidad, tanto en genética como capital político, económico y social.

Primero habían premiado y condecorado su generación en general con un acto, discurso y algunas palabras de gloria y deber. Ahora venían ellos, su primer momento de gloria, su primer reconocimiento, su primer alimento al gran ego que su escuadra y ella cosechaban.

La joven con una deslumbrante y hermosa sonrisa, acompañada de una pose firme, enorgullecida, poderosa, le hacía transmitir al público, a sus compañeros, a sus maestros, al encargado del proyecto, a Jonathan... a él que ella era la mejor, lo mejor del mundo, absolutamente indiscutible el pináculo y mayor ejemplo de lo que un soldado con todo a su alcance podía lograr.

Su mirada se entrecerró, afilando su sonrisa, elevando el mentón al recibir la medalla dorada con listones rojos y las siglas de su nueva nación. Su escuadra era diferente de los demás graduados, que vestían botas negras, trajes blancos con hombreras amarillas y varios hermosos detalles en rojo. Ellos, los destacados, lucían diferentes, privilegiados, mimados, protegidos y financiados por las altas casas y sangres que aquel día les acompañaban desde todo el mundo, las personas más poderosas e influyentes del mismo.

Sus uniformes eran azules oscuros, con detalles en blanco y gris, con botas negras como el carbón y una gorra militar de un blanco brillante. Había entrado como una perdedora, pero saldría como una libertadora; las sonrisas y aplausos de su padre tanto como las de Ruth se lo decían, o eso creía...

Sé que este capítulo es algo corto, bueno, muy corto, pero al editar me di cuenta que el anterior capítulo a este era innecesario en el pasado de Kaira, por lo que decidí solo poner su graduación para escribir y editar a detalle la última parte de...

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Sé que este capítulo es algo corto, bueno, muy corto, pero al editar me di cuenta que el anterior capítulo a este era innecesario en el pasado de Kaira, por lo que decidí solo poner su graduación para escribir y editar a detalle la última parte de un pasado amargo. Los quiero mucho, mis agentes, no olviden votar y comentar, ayuda y motiva mucho.

SIN DESTINO: EL INICIO (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora