je te laisserai des mots ; jaedo

[ autre chose ] ; 81

Doyoung no pudo evitar concentrarse en otra cosa que no fuera aquella sensación en su mano. Era tan irreal que hubiera llegado hasta este punto cuando hacía menos de un mes ellos dos eran completamente desconocidos.

Ambos salieron por una puerta distinta a la que había cruzado Doyoung antes. Esta llevaba a los edificios que conformaban el hotel, más exactamente a las cabañas muy pequeñas y al lago. Doyoung se dió cuenta que había un campo de golf.

—Esto es algo que no se puede admirar todos los días, ¿no es así? —Murmuró Jaehyun su voz siendo más profunda y ronca provocando oleadas de euforia en Doyoung quien intentaba ocultar este efecto, mientras que al fondo sonaban las cigarras y cada vez aparecían más luciérnagas en su campo de visión dando la impresión de ser minúsculas estrellas verdes. No había nadie más allí, ya habían cerrado la cafetería y la cabaña más cercana, estaba muy alejada.

—¿Sí podemos estar aquí? —Preguntó Doyoung inseguro, aunque observando todo a su alrededor. Todavía mantenía la mano de Jaehyun apretando la suya y podría jurar que nunca se había sentido tan pleno tan solo por un simple toque. Eso lo estaba matando lentamente al igual que la hermosa vista que le rodeaba.

Su vecino levantó los hombros antes de dedicarle una de sus sonrisas matadoras acompañadas de ese par de hoyuelos tan bellos.

—Nadie tiene que saber que estamos aquí.

Doyoung se le quedó mirando. Una mirada indescifrable, pero llena de un sentimiento infinito, que no se podía simplemente decir con palabras, porque no existían. Esto era algo más.

—Ven —Jaehyun lo jaló de su mano guiándolo más hacia el lago. Allí había un puente de madera un poco largo que lo cruzaba en su totalidad y que estaba cerrado con una reja impidiendo su paso—. Es una lástima, las luciérnagas se ven hermosas reflejadas en el lago desde ese ángulo —comentó señalando la parte central del puente.

Una ráfaga de viento frío se chocó contra sus cuerpos mientras Doyoung con todo el dolor en su alma soltaba su mano. Jaehyun la movió inconscientemente buscándolo, pero en cambio el joven se subió encima de las rejas y pasó al otro lado con facilidad.

—Los jóvenes y su vitalidad —comentó medio sonriente mientras veía a Doyoung siendo bañado por la luz de la luna cubierta por algunas nubes al otro lado. Él era tan bonito.

—Me llevas siete años, es mucha la diferencia, anciano —se permitió bromear el joven sacándole la lengua.

Jaehyun rió y también, aunque con un poco más de trabajo ya que no era tan delgado como Doyoung, logró treparse y cruzar al otro lado, justo para quedar frente a él quien le brindaba una sonrisa enorme y brillante.

—Quiero conservar esa sonrisa por siempre —pensó y también, sin proponérselo, lo dijo.

Doyoung inmediatamente dejó de sonreír mientras todo su cuerpo se tornaba rojo.

«no podía ser más obvio.»

81. AUTRE CHOSE