8.

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➤UN PÉSIMO PLAN.

Maya mira el techo de su habitación, inmersa en el silencio del lugar. Se había despertado de un sueño... bueno, de una pesadilla que al parecer no deja de perseguirla desde que despertó. Al principio no tenía idea de su significado, ya que escuchaba voces que no reconocía, momentos que no recordaba, que sigue sin recordar. Pero ahora, con lo que sabe, tiene una pequeña idea de sus pesadillas.

La misma que cada noche tiene. La misma que la hace despertar a la madrugada. La misma que le deja mirando a la nada.

Voltea hacia la mesita al lado de su cama y agarra su teléfono para ver la hora. Dejándolo en la cama al soltar un gran suspiro por la hora que es.

04:46 a.m

Cierra sus ojos, intentando volver a dormir, pero su sueño se iba con la sola idea de que volvería a soñar.

Esta será otra noche en la que no logrará dormir.

Vuelve a suspirar y se sienta en la cama, encendiendo el velador. Se levanta sin hacer ruido para no despertar a su madre y camina hacia la ventana, observando la luna brillar. Camina hacia su escritorio y se sienta en la silla, mirando las cosas sobre la mesa.

No se había tomado un tiempo para observar sus cosas. Sino estaba aprendiendo y hablando con Asher, estaba haciéndose estudios en el hospital o haciendo unas leves travesuras con el futuro neurológico. Y hasta hace casi dos días que había descubierto lo sobrenatural.

Abre el bloc de dibujo que hay y enciende otra linterna que hay donde alumbra directamente la mesa, tal vez así dibujar mejor piensa ella. Pasa sus dedos por lo que parece ser un paisaje lleno de bosques. Luce alegre, con pájaros volando y el sol brillando.

Ella sonríe con sus labios pegados. Es buena dibujando.

Pasa de hoja y alza una ceja al encontrarse un dibujo de Lydia en un prado con distinta clase de flores. Es como si fuera un borrador, un dibujo sin terminar. Y cuando sus dedos tocan el dibujo unos flashes cruzan por su mente.

¿C-como...?

No tuve mucho tiempo, pero lo hacía en mis tiempos libres.

¿Lo hiciste para mi?

Claro que sí. Me perdí ocho cumpleaños tuyos, este será un cumpleaños que nunca olvidarás.

Lydia se acerca a Maya y la abraza fuertemente. Suelta un par de lágrimas y le agradece en un susurro.

No pude haber pedido una mejor amiga como tú.

Maya toma aire, dejando de tocar el dibujo e intenta relajar su acelerado corazón. ¿Recordé algo? Se pregunta entre la impresión y la confusión.

Recordó regalarle el cuadro a Lydia por su día especial.

Un punto para Maya.

Y así se pasó lo que resta de la noche, observando sus dibujos, encontrándose con viejos dibujos. Los que hizo de niña, los que hizo en Nueva York y los que hizo cuando volvió. No pudo recordar nada más, además de escuchar pequeños fragmentos, pero nada tan importante.

—¿Cariño? —Maya voltea hacia la puerta, viendo a su madre pasando una mano por su rostro—. ¿Qué haces despierta? Es muy temprano.

De reojo observa cómo los rayos del sol entran por la ventana, de tan concentrada que estaba no se dió cuenta de que amaneció.

—Yo... recién me despierto —miente sonriendo levemente.

Carmen frunce el ceño y se acerca a ella, observando el escritorio—. No me mientas, cielo —le dice con ternura, acariciando su cabello.

¹Secrets→Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora