❝Esto no puede estar pasando... ¡Esto no puede estar pasando❞
❝Tranquilízate, May...❞
❝Tranquila la vecina, ¿Que mierda acaba de pasar?❞
Dónde la vida de Maya dió un giro de 360° al volver a Beacon Hills.
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▬Portada hecha por: @Vxnellope-
▬Teen Wo...
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Maya observa a varios oficiales con armas rondar por los pasillos de la preparatoria, sintiendo nervios de solo verlos y escuchar los murmullos de los adolescentes a su alrededor, cada uno con teorías diferentes sobre lo que está sucediendo en el pueblo, pero ninguno sabe la pura verdad.
A veces cree que ni ella lo sabe, con tantos secretos y misterios rondando por allí y por allá, apareciendo uno detrás de otro, cree que nunca sabrá la verdadera realidad.
Los altavoces se hacen sonar por todo el edificio con la voz del director anunciando un toque de queda impuesto por el sheriff y la cancelación de las actividades extraescolares. Está segura que esa noticia no le agradará al entrenador, pero no hay de otra, no podrán entrenar hasta nuevo aviso.
Exhala aire por su boca para tranquilizarse y se dirige a su casillero con pasos lentos, había llegado temprano y no tiene tanta preocupación en llegar tarde a clases, tiene tiempo. Agarra los libros correspondientes a sus primeras clases y cierra el locker, sintiendo un pequeño escalofrío al escuchar el metal chocando contra el metal. Se mantiene con los ojos cerrados por un momento hasta recuperarse e inhala aire con profundidad para comenzar a caminar entre el gentío, ignorando (o haciendo el intento) las voces de las personas que la rodean.
―¡Maya! ―su cuerpo se exalta al escuchar su nombre fuerte y claro, luego siente un peso sobre su hombro izquierdo, al ladear la cabeza descubre la mano de Stiles y le sonríe con naturalidad al encontrarse con sus ojos color miel.
―Hola.
―Hey, ¿todo bien? ―pregunta pasando un brazo sobre sus hombros, dejando un pequeño beso sobre su frente.
―Si, estoy mejor que ayer, pude descansar mucho ―responde con sus mejillas un poco sonrojadas por la acción de su novio, viendo a su alrededor y tirando de él para que salgan del medio y no reciban un empujón por alguna persona.
―Me alegro, te había estado llamando, pero al parecer no me escuchabas.
―Oh ―se sorprende, sonriendo apenada―. Lo lamento, estaba distraída en mis pensamientos ―ríe suavemente.
―Comprendo. ¿Se puede saber en qué? ―acomoda un mechón de cabello negro detrás de su oreja para ver mejor su rostro.
―En ellos ―señala disimuladamente con su cabeza hacia los oficiales―. Aún no me creo que tu padre los haya enviado con armas.
―Cree que es lo mejor, por seguridad ―responde encogiéndose de hombros―. Pero no me dijo mucho, anoche no fue a casa.
―Debe estar muy preocupado, como todos, pero debe ser muy difícil para él. Con la responsabilidad de cuidar a todo el pueblo... ―suspira agachando la cabeza―. Es muy fuerte.
