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El sonido del monitor de signos vitales y las respiraciones de las personas presentes en aquella habitación blanca era lo único que se escuchaba, la tensión que había podía fácilmente cortarse con el más fino cuchillo.

Todos observaban con detenimiento a la persona postrada en la cama que se veía más pálida de lo que ya lo era, sus brazos estaban cubiertos por vendas que ya tenían sangre seca lo que indicaban que ya era necesario cambiarlas debido a los dañados severos que había en sus brazos, debajo de sus ojos había unas enormes ojeras que indicaban que no había dormido y estaba demasiado delgado.

Esperaban que aun hubiera oportunidad de salvarlo, de poder ayudarle, que aun no colapsara. Se veía tan tranquilo, tan en paz, que deseaban con todo su corazón que esas emociones lo llenaran por siempre, que ya no sufriera.

Pero ni siquiera el fuerte anestésico que le suministraron puede salvarlo de sus pesadillas.

Estaba oscuro, pero sentía tanta tranquilidad, era bonito, ojala pudiera quedarse así por siempre, bueno no por siempre, lo que más quería en este mundo era volver a reunirse con su hermosa madre

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Estaba oscuro, pero sentía tanta tranquilidad, era bonito, ojala pudiera quedarse así por siempre, bueno no por siempre, lo que más quería en este mundo era volver a reunirse con su hermosa madre.

De la nada una luz empezó a resplandecer en medio de todo, así que comenzó a caminar hacia ella, era tan atrayente.

Mientras más se acercaba pudo visualizar una puerta de madera antigua pero bien cuidada, bastante bonita, con detalles dorados, quería abrirla, deseaba saber que se ocultaba del otro lado.

Al llegar a la puerta, tomo el pomo dispuesto a abrirla, titubeo por un momento en si era una buena decisión en si abrirla o no, pero era tanta la curiosidad o más bien atracción a saber lo que había detrás de ella que la termino abriendo.

Ojala jamás la hubiera abierto. Pero el hubiera no existe, ya la había abierto, y por alguna extraña razón se encontraba en su antigua casa, para ser precisos en la primera en la que vivió, aquella casa que lo vio crecer durante sus primeros años de infancia y en la que vivió y formo tantos bellos y hermosos momentos como también malos, seguía tan hermosa a como la recordaba, nada había cambiado, hasta la manchas que hiso en las escaleras principales con pintura seguían iguales, no habían desaparecido.

Su madre nunca mandó a limpiar las escaleras con la excusa de que las manchas eran bonitas y hacían lucir las escaleras, pensó que al abandonar esa casa, las mandarían a limpiar, desapareciendo todo rastro que alguna de sus travesuras haya dejado, pero aparentemente eso no sucedió.

Siguió avanzando, quería encontrar a alguien que le dijera qué hacia ahí, porque el no recuerda cómo llego, pero extrañamente no se encontraba nadie en la casa, hasta cierto punto parecía abandonada, hasta que escucho un canto proveniente de la cocina.

Conocía la voz de ese canto a la perfección, como no conocerla si escucharla era su pasatiempo favorito por sobre todas, así que sin perder tiempo se dirigió a toda velocidad hacia la cocina y mientas más se acercaba más fuerte se escuchaba aquel canto. Y ya afuera de la cocina, se quedo parado, no dejaba de temblar, tenía mucho miedo ¿pero a qué? Tal vez a que no se encontraba quien el se imagina o alomejor a que la encontraría igual a como la encontró la ultima vez que la vio, puede que sea a que le grite, le diga hasta de lo que se va a morir y le eche la culpa por su actual estado como en veces anteriores lo a hecho, o quizás las 3.

Querido Diario (El diario de Izuku Midoriya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora