64 - Bajo presión

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Tragué saliva, ciertamente incómoda

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Tragué saliva, ciertamente incómoda. Tomé la mano de Sam sobre su muslo y él correspondió el gesto.

—Dale —respondió Ignacio con ánimo.

Ed y Nacho rodearon la mesa de café frente a los sofás. Rocío permaneció sentada en su sillón individual y Jade también se sentó en el suelo. Estiró el brazo hacia un mueble junto al televisor y tomó de una repisa un pequeño pote con diversos trozos de papel que seguramente tendrían órdenes escritas en ellos.

Ignacio dio vueltas la botella, entretenido. Hasta que Ed lo detuvo con un codazo. La cumpleañera observó la escena con aburrimiento.

—¿Quién inicia? —preguntó Ro.

Hicimos piedra, papel o tijera y quien tuvo el primer turno fue Eduardo. Tomó la botella en su mano y la hizo girar. Hasta que la velocidad rauda de ésta comenzó a menguar. La punta se detuvo frente a Sam.

El pelinegro lució sorprendido y Ed rio suavemente. Sumergió su mano en el contenedor de las tiras de papel, y mientras sus ojos permanecían cerrados tomó una de las notas.

Leyó rápido y soltó:

—Casar, matar, follar.

Los hombros de mi novio se tensaron y di un par de palmadas ligeras en su espalda para tranquilizarlo.

—Katerine, Rocío y Jade —añadió Ed, alzando sus pupilas hacia el rostro incómodo de Sam.

Reí un poco por la situación de Samuel y le observé entretenida.

—Contesta lo que quieras —le aclaré risueña.

Rocío no reaccionó de manera diferente, simplemente se aguantaba la risa.

—Jade, matar. Rocío... follar. —Su tono fue tímido en lo último—. Y obviamente me caso con Katerine.

La rubia se cruzó de brazos.

—Me ofende que me uses para un casual.

—¿Y yo qué? A mí me ha matado.

Le saqué la lengua a ambas.

—Mala suerte para vosotras. —Tomé del brazo a mi novio de manera posesiva, para luego mirarlo directamente a los ojos—. Sam, nos vemos en el altar.

Me sonrió con algo de rubor en sus mejillas.

Bien, primera etapa superada. A Ed le siguió Ignacio, quien le hizo una pregunta incómoda a Rocío. Luego vino Jade, enseguida le miré mal cuando la botella apuntó a Sam y ella guardó cualquier reto idiota. Al final lo retó a algo inesperado.

Ver a Sam durante cinco minutos intentando tocar su codo con su lengua fue una experiencia formidable.

—Puedes dejarlo ya —recomendé, sin poder contener la risa.

Sollozo a medianoche [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora