21 - Tu risa

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Bruno me detalla con sus peligrosos ojos esmeralda, está a centímetros de mi rostro, con sus labios entreabiertos, contemplando los míos mientras su índice eleva mi barbilla, obligándome a mirarlo.

—Lamento la escena de recién, Kat.

Por suerte Ferre echó a Betsabé cuando notó la marimorena que la niña había armado en el local. Apenas ella llegó, yo me marché con bandera blanca, sin embargo, la muchacha continuó con lo suyo al discutir con Bruno de una forma ampliamente ruidosa. El griterío fue causado principalmente por ella.

—No te disculpes, no fue tu culpa —negué sin evitar su mirada. Yacía contra la pared de uno de los pasillos adyacentes a los límites de Délicatesse, básicamente en un callejón—. De todas formas... —hablé incómoda por su cercanía invasiva— ¿qué fue lo que la hizo enfadarse así?

Suspiró con pesadez.

—Estaba enojada porque no me visitaste en mis últimos días en el hospital. Le molestó más que yo haya corrido a verte apenas me dieron de alta.

—Lo siento por eso.

—No te preocupes.

Llevó su mano desde mi barbilla hacia mi mejilla, acariciando suavemente y aliviando mi estrés.

Nuevamente recordé que pronto se iría. Esa idea me perseguiría hasta mucho tiempo, lo sabía y me dolía.
Me hubiera agradado que nuestra historia tuviera un final feliz, como en una novela de romance, que sin importar los errores de cada uno el amor vencería y terminarían felizmente juntos. ¡Já!, ¡qué irreal!

—Quiero pasar esta noche en tu piso, Kat —confesó con sus ojos cerrados y su frente contra la mía—. No para... hacer eso. Siendo sincero... extraño dormir abrazándote.

—¿Sin segundas intenciones?

—Sin segundas intenciones.

Sonreí y llevé una de mis manos a su nuca, uniendo sus labios con los míos con un suave tacto.

El contacto fue pequeño, para algunos quizás insignificante, pero las sensaciones que provocó en mí fueron igual de intensas que las que provocaría un beso repleto de pasión. Quizás no fue la acción en esta ocasión; sino el significado y el sentimiento.

Se separó de mí con una pequeña sonrisa aduladora y con un ligero tono rojo emocionado en sus mejillas.

—¿Recuerdas nuestro primer beso? —mencionó con una mirada nostálgica.

—Fue raro —admití con la misma expresión—. Se sintió como un choque más que algo tierno.

—Era tu culpa, estabas temblando.

Sollozo a medianoche [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora