34 - Quietud, temblor

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No tengo problema con permanecer quieto, de hecho, prefiero mantenerme tranquilo y sin moverme de más

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No tengo problema con permanecer quieto, de hecho, prefiero mantenerme tranquilo y sin moverme de más. Pero... las cosas cambian cuando alguien me pide que esté quieto. A partir de ese momento involuntariamente me moveré. Creo que es un tema de orgullo, no lo sé.

—Creí que retratabas mujeres —dije mascullando, con tal de moverme lo menos posible.

Resopló con tristeza.

—Mi musa se marchó; una lástima. Dijo que... lo de posar desnuda no le iba.

—Bien, creo que a una minoría le gusta posar desnudo.

—Es arte, Sam, ¡arte! —Gesticuló dramáticamente con sus manos— No es ninguna perversión, sólo el retrato de las bellas curvas femeninas, su piel cual porcelana, ¡o sus hebras delicadas!

—Una cosa no quita la otra.

Volvió a su labor, dando ligeros trazos con el grueso lápiz de grafito.

—¿Puedes callarte? Las estatuas no hablan.

—Si querías que no hable, a lo mejor deberías haber usado una estatua.

Volvió a refunfuñar.

—Mi profesora lo pidió así, además, tus facciones son similares a alguna bella estatua griega o romana de algún dios o héroe de facciones perfectas.

Pensé en suspirar del agobio, pero probablemente Rocío me regañaría por moverme una pulgada de mi sitio.

Ah, por cierto, estoy en la casa de Rocío. Me invitó para que pose para ella, para mi suerte, no me pidió posar desnudo, aunque creo que si le hubiera dado la opción ella aceptaría.

—¿No sería más sencillo usar una foto? —Entorné mis ojos.

—La profesora dijo que debemos imitar las técnicas antiguas —murmuró—. ¿Te digo mi secreto? Este pincel tiene cerdas sintéticas; eso no es muy de antaño.

—Wow, muy grave —comenté con sarcasmo.

—Cállate, maldita estatua charlatana —Me apuntó con el lápiz como si lo que tuviera en mano fuera un afilado cuchillo.

Después de unos cuantos minutos posando frente a ella, quien observaba de forma meticulosa cada línea y curva de mi cuerpo, me informó que terminó con el bosquejo. Volví a una posición natural y relajé mis músculos, antes tensos.

Me coloqué detrás de Rocío, quien estaba sentada frente al atril.

Eché un vistazo al dibujo y me sorprendí por la precisión de los trazos. Las proporciones eran perfectas, y, a pesar de ser sólo el inicio me sorprendía tanto como si se tratara del resultado.

—Empezaré con la base luego del descanso, ¿te parece? —mencionó asimismo tomaba el borrador moldeable y limpiaba las zonas sucias— ¿Crees que los ojos están bien?

Sollozo a medianoche [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora