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Cerré la puerta de mi departamento detrás de mí y sentí una escotilla abierta en mi corazón al ser provista de tan gran dolor en mi pecho, como si la sangre que recorría el interior de mi corazón y venas saliera a borbotones. Era un estado nervioso del que nadie podría salvarme con palabras melosas o abrazos reconfortantes. Debía hacerlo sola. Debía salir de esto sola.
Encendí mi celular y vi los mensajes que le había enviado a Bruno sobre la fiesta, escritos con emojis y tono feliz. Era tan fácil fingir por mensaje.
Eché un suspiro recargándome en la puerta y di un brinco al oír golpes suaves contra ella.
Observé de lado a lado la casa y me percaté del desastre que estaba hecha, menudo asco. Abrí la puerta paulatinamente colando mi cabeza por la abertura de la misma.
Bruno.
Me observó con una sonrisa cálida y lastimosa, como solía hacer de adolescente luego de una discusión con sus padres que terminaba mal. Bajé mis ojos a su pecho y noté que sobre él sostenía flores variadas y simples. ¿Me quería comprar con flores?
—Pensé que alegrarían tu piso, siempre se ve muy depresivo.
Bruno era el tipo de chico al que no le agradaba demasiado lo material.
Suspiré.
—Bueno..., en casa de mis padres las plantas me hartaron, debe ser por eso que me desagradan, ¡son plagas! —bromeé, pero él no cambió la cara.
Me mostró sus dientes con su sonrisa pasiva.
—Adela es una fanática, creo que eso es lo único que no has heredado de ella.
Sus ojos se entrecerraron con desconcierto.
—Es extraño que no me dejes pasar apenas llego —comentó aun manteniendo su rostro risueño, pero de una forma más forzada.
Le di espacio un tanto avergonzada y él al entrar observó de forma sutil el desorden, sin embargo, no comentó nada. Bruno era el tipo de chico que hacía chistes sobre cosas como esas.
Además, Bruno era el tipo de chico que te besaba apenas te veía, aun así, en los dos encuentros que tuvimos —incluyendo éste— no se me había acercado de una forma muy íntima.
Mientras él se dedicaba cuidadosamente a retirar la flor delgada y pequeña en el florero de la mesa y reemplazarla con el ramo, noté su cabello descuidado, como siempre yacía. Sus ojos estaban más oscuros de lo normal, denotando un cansancio desalentador. Aun así, cuando volteaba a verme, estiraba sus labios sonriéndome de forma discreta. Bruno era el tipo de chico que sacaba la lengua al voltear a ti, nunca sonreía de esa forma tan fingida.
—Sé que no te gustan mucho las flores... pero traje tus favoritas —comentó, acariciando el tallo de una—. Te encantan las calas, ¿no?
Miré atenta el número de calas que había traído junto con flores más alegres.
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Sollozo a medianoche [✔]
RomanceSu novio está obsesionado. Ella es víctima de sus manipulaciones. La hiere, la destruye, pero ella continúa cayendo por sus encantos. Hasta que, una noche tras una discusión con Bruno, Katerine encuentra la paz en el canto de su vecino: Sam d'Aramit...