6 - Cálido y enfermizo

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Recomiendo esta canción para acompañar el capítulo.


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Agitada atravesé la puerta de aquel departamento con la llave que el dueño me había proporcionado meses previos

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Agitada atravesé la puerta de aquel departamento con la llave que el dueño me había proporcionado meses previos. Abrí mis ojos de par en par buscando la silueta de Bruno de derecha a izquierda y de arriba abajo. El desasosiego me consumía lentamente, ya que su voz en el teléfono se había oído jadeante y débil.



Avancé a pasos grandes atravesando la sala y tomé el picaporte de una habitación, abriendo la puerta completamente, permitiéndome ver absolutamente todo: ropa tirada y desordenada, cajones de su mesa de luz abiertos y excavados, sábanas desplazadas de la cama y... Bruno, desplomado en la susodicha. Apenas había iluminación, sólo había una pequeña lámpara de luz cálida encendida.



Sudé fuertemente. No era la primera vez que veía esta escena, pero la misma seguía calándome de pies a cabeza en cada ocasión que la presenciara.

Tratando de ser sigilosa y silenciosa me aproximé a pasos furtivos a su sitio. Él abrió sus ojos lentamente, estaba cubierto hasta el cuello, lo más probable es que no quisiera ver el estado de su cuerpo, y, aunque evadiera esto, tarde o temprano debía verlo. Su rostro estaba enrojecido y sudado y respiraba con la boca semi-abierta.

—Hola, mi amor —pronunció en voz baja con sus ojos entornados y una sonrisa triste.

—Buenas noches —saludé con una voz temblorosa y baja.

Me senté en el borde de la cama, para posteriormente contemplarlo. Lucía como un ángel derribado, su magnificencia había sido apaciguada brutalmente con aquel desafortunado suceso.

Al terminar de revisarlo aproximé el dorso de mi mano a su rostro, poniéndolo sobre su frente para posteriormente sentir el arrasador calor bajo mi mano.

— ¿Cuánto? —le pregunté impresionada.

—Cuarenta grados —respondió con naturalidad.

Expresé mi sorpresa mediante una mueca atónita. Mi boca se transformó en una O y mis ojos se abrieron desmesuradamente.

—Debes ir al hospital, Bruno, está mucho más fuerte que las veces anteriores —hablé rápido y con desespero mientras mantenía mi vista en sus calmos ojos oliva.

Él asintió levemente aún con aquel gesto lánguido plantado en sus ojos y labios. Bajé mi mano de su frente y tomé el borde de la manta planeando descubrirlo, repentinamente él me tomó de la muñeca.

—No quiero que me veas así.

—Bruno, necesito comprobar qué tan mal estás —supliqué ladeando mi cabeza.

—No, deja que el doctor me revise. No quiero que me veas.

Bufé fastidiada pero respeté su decisión apartando mi mano del cobertor. Observé cabizbaja al suelo y jugué con mis manos entrelazando mis dedos. Estaba nerviosa, confundida y en parte indignada. 

Sollozo a medianoche [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora