19 - Ya no es lo mismo

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No puedo actualizar a horarios normales, eso me hace mal.

Igual, es cuarentena, así que... da igual, ¿o no...? Mhm.

seacuarentenaonovoyaseguiractualizaralas2am

Disfruten uwu

Disfruten uwu

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—Kate.

—Dime.

—Hace un frío que te cagas —respondí con voz apagada.

Mantuvo el silencio.

—Me impresiona que rompas la atmósfera tan fácilmente.

—Eso es tu culpa por traerme al maldito campo de noche y en invierno.

—Ya casi es primavera.

—Sigue siendo invierno.

Esa noche, pasamos un montón de frío en la intemperie y regresamos a casa casi dormidos, pero valió la pena.

No hablamos demasiado hasta que llegó la siguiente semana, cuando regresamos a nuestras tareas laborales. Pero esta vez la sala de descanso se dividió en una para hombres y otra para mujeres, ya que, el uniforme había sido reemplazado por uno completo. Lo único que unía a las salas era el depósito.

Actualmente sólo puedo observar una escena estúpida que se desenvuelve delante de mis ojos de una forma descarada, ignorando por completo las remodelaciones del local.

—Mhm... Hay olor a... celos, ¿no crees, Samusamu? —se burló Rocío a mi lado.

Mientras Katerine atendía, el Diablo salió del averno abriendo la tierra y yendo a raptarla. Bueno, eso es una metáfora, de hecho, sólo es Bruno. Aunque no sé quién es peor.

Kate observaba al recién llegado con una cara estupefacta, como si éste hubiera regresado de la muerte y fuera su espíritu quien se mostraba delante de ella. No había felicidad en su mirar, sino temor y angustia, con un ligero toque de sorpresa que recubría sus ojos y boca, alzando sus cejas en diagonal. Bruno se acercó a pasos cortos pero rápidos a ella, dándole un abrazo fuerte, como si deseara que ella no se escabullera a través de él y huyera del escenario. Lucía devastado, como si no hubiera dormido en semanas. Sus ojos tenían bolsas y su cabello estaba hecho un desastre.

Le di una mirada disgustada a la escena.

—Estás alucinando, Rocío, deberías dejar de juntarte tanto con Ed —Palmeé su espalda, para luego continuar mi camino hacia la cocina.

Lucía mucho mejor iluminada, estaba perfectamente organizada y observaba caras nuevas entre los cocineros.

Solté un silbido de asombro y Eduardo extendió sus labios, muy contento.

Sollozo a medianoche [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora