*Advertencia: está largo. Recomiendo leerlo por partes.
Siempre he considerado la vida símil a la marea, te arrastra consigo en sus peores momentos, mas te sume en un estado de relajación cuando permanece calma, ondeando con elegancia, llevándote consigo a un ritmo lento, durmiendo tu cuerpo sin que te percates. Adoraba el mar, pero no las tormentas.
Y mi vida fue por muchos años una caótica tormenta, una atemorizante, casi mortal. Cada noche me acurrucaba en mi cama con tristeza al saber que el día siguiente llegaría, que me encontraría encerrada en mi propio cuerpo, esclava de mis palabras y sumisa a mi entorno. A la merced de la turbulenta agua, quebrándome el cuerpo, partiendo mi cordura y abarrotando mi mente de terribles pensamientos.
«¿Y si no paso de ésta?».
«¿Podré escapar?».
«¿Moriré aquí?».
Tenía veintitrés años ya. Veintitrés años tan repletos de adrenalina como paz, había sido vencida, he caído de rodillas, me han latigado, he soltado gritos y lágrimas, he suplicado... Mas, en ese instante estaba de pie.
Me he equivocado toda mi vida, es reconocible. He sido una orgullosa, una grosera, maleducada y resentida. Pedía perdón por todo aquello. Recordaba, con pena y arrepentimiento, todas las veces que me dejé pisar, cuando busqué peleas con quienes no debía, cuando con inocentes me desquité, cuando mi voz perdió toda fuerza y mi voluntad quedó atrapada en el silencio.
Bruno. Aún no le había olvidado, seguía atrapado allí, entre un montón de pensamientos cotidianos, bajo la belleza que abundaba en mi mente y la mugre que le ensuciaba. Mas, no dolía. No veía su imagen con dolor, no oía de él apretando los puños, ya no. Ya todo había pasado.
Ferre había desaparecido, lo que inició todo: la explosión de los celos de Bruno, el caos en mi cabeza... la petición de Samuel. No estaba, como si nunca hubiera existido. Algunos días pasaba por la calle donde yacía Délicatesse y admiraba la edificación con tristeza, abandonada en aquel sitio, con un aspecto desprolijo que delataba los años en los que su puerta no fue abierta por nadie. Algún día lo reclamarían, quizá alguien llegaría para construir algo nuevo en ese terreno sin dueño.
El nombre Andreu ya no resonaba cerca de mis oídos. Era una persona olvidada por todos, no valía la pena mencionarlo, y las veces que se hizo la conversación sobre él se estancó en incomodidad. Aún le guardaba rencor, he de reconocer, mas ya me valía un comino lo que sucediera con él. Podrían atropellarlo y no me enteraría, tampoco me importaría demasiado saberlo.
Los Damiani eran una figura que estaba tomando importancia en algunas zonas de España, por no decir la mayoría, su repentina expansión me asustó y no podía ir a ningún mercado sin ver una botella de vino de tal empresa. El garbo era su principal característica, letras símiles a hilos de oro reposando sobre una etiqueta verdosa o púrpura era algo distintivo de ellos, algo repetido en múltiples marcas, mas ellos le daban una nueva personalidad... Innovaban tomando conceptos clichés y le proporcionaban un carácter único. Aunque esa elegancia no hacía más que torcer mi gesto. Conocía que la persona detrás de esa meticulosa botella, que exudaba un precio alto, era Higinio Damiani, quizás Irene tenía un papel secundario en ello. No me resultaba necesario recalcar que ambos nombres eran repulsivos para mis oídos y ojos.
Estanislao seguía amando a su Eleonora, tan fantástica como siempre, con su maquillaje excelente y una sonrisa calculada, digna de alguna celebridad. Lao estaba esforzándose en su trabajo, aunque Nora insistía en que no debía hacerlo, que podía darles a ambos lo suficiente y que sobre, mas, él se esforzaba por conseguir su propio dinero y cooperar con Eleonora. Estanislao había abandonado el piso compartido con Samuel, y ahora compartía vida con su novia.
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Sollozo a medianoche [✔]
RomanceSu novio está obsesionado. Ella es víctima de sus manipulaciones. La hiere, la destruye, pero ella continúa cayendo por sus encantos. Hasta que, una noche tras una discusión con Bruno, Katerine encuentra la paz en el canto de su vecino: Sam d'Aramit...