15 - Mala compañía

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Finalmente es un nuevo día

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Finalmente es un nuevo día.

Me gustaría decir que me despierto con el lindo cantar de los pájaros o con la luz que se filtra por la ventana y parecer un protagonista de novela modelo. Lamentablemente, soy demasiado idiota, torpe y tímido para ser atractivo para la tonta protagonista que tiene problemas amorosos de novela barata.

En realidad me estoy despertando con las patadas de mi hermano mayor, Estanislao. No es muy poético ni romántico, pero así me despierto.

Me siento sobre la amplia cama y llevo el dorso de mi mano a mis ojos, intentando despegarlos con un violento refriegue.

—Buenos días, amor mío.

Miré con mis ojos entrecerrados —esta vez de odio— a mi hermano, quien sonreía ampliamente con una expresión burlona mientras sus párpados seguían cerrados.

— ¿Qué tal, princesa? —respondí con el mismo tono jocoso, haciendo carcajear a Estanislao.

Me levanté con un salto de la cama y me puse los pantalones de jogging junto a unas pantuflas de conejo que mi hermano compró al llegar al departamento. A esto le llamo mi outfit aesthetic.

— ¿Anoche compraste los chocokrispies? —pregunté antes de salir por la puerta.

—Nope, pensé que los comprarías al regresar del insti.

Puse los ojos en blanco.

— ¿Y ahora qué desayuno?

— ¿Leche?

Se tapó con las sábanas hasta la cara, dejándome en claro que ya no quería hablar, así que abandoné el cuarto.

Me aproximé a la cocina y me puse a calentar la leche para preparar alguna chocolatada con el cacao guardado hace décadas.

Estaba vertiendo el líquido blanco en la taza hasta que el sonido asqueroso de mi tono de llamada comenzó a chillar en el bolsillo de mis pantalones, haciéndome tirar un poco de leche fuera del contenedor.

Bufé ruidosamente dejando la caja de leche a un lado y atendí la llamada. Puse mis ojos en blanco con cierto fastidio cuando noté el «Kate» gigante en pantalla.

— ¡Sam!

Su voz alegre y chillona rompió mis tímpanos.

—Buenos días, Kate.

— ¿No será buenas tardes? —corrigió luego de una carcajada.

—Lo que sea.

Pude escuchar su sonrisa, en parte, eso me alegró un poco.

— ¿Estás bien? —pregunté con cierta curiosidad por su llamada repentina. Añadí—: Puedes ser sincera.

—Estoy bien, Sam, no te preocupes —Su voz sonó convincente, pero no me convencía del todo—, sólo estoy tomando aire y... pensando. Volveré en un par de horas; no tienes por qué darle muchas vueltas al asunto.

Sollozo a medianoche [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora