10 - Papá

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DISFRUTEN Y DISCULPEN LA TARDANZA OWO

DISFRUTEN Y DISCULPEN LA TARDANZA OWO

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D ' A R A M I T Z

¿Alguna vez habéis odiado a alguien firmemente, pero han estado obligados a convivir con ellos? Bueno, esa es mi actual situación.


Desde el domingo que pasé la tarde con Kate le he cogido una especie de desprecio a alguien que ni siquiera puede usar sus piernas para levantarse de la cama: Bruno. Aunque, por suerte no estoy obligado a convivir con Bruno, sino quizás tendría ataques de ira constantemente, justo como Katerine. De hecho, hay otro individuo el cual me genera la situación primeramente expuesta: Andreu, de hecho, todos le tienen un marcado repudio en Délicatesse, en cambio las mujeres, exceptuando a Kate considerando la sensatez de la susodicha. Todo inició cuando descubrí de su extrema fijación por culos y pechos, especialmente en los de Rocío, quien es más o menos la princesa de los empleados. A pesar de que Eduardo también suele sobrevalorar a Rocío, el caso de Andreu resulta sumamente exasperante. Lo que más odio de él es su extraño encanto al grupo femenino del restaurante, lo adoran por sus chistes y sus extraños coqueteos fuera de lugar, el jefe lo valora justamente por ese «encanto» que tiene con sus palabras, ignorando su mal servicio respecto a llevar los platos. En cambio, a mí me descuenta montones de euros por cada vaso botado, ya que «mi desempeño no es igual al de Andreu».


Entre los demás empleados está Eduardo, fuma, bebe, se droga, pero es buena persona y muy agradable hablar con él... excepto cuando la boca le apesta a hierba. Él es el jefe de cocina, lo que me preocupa de Ed es si al probar los platos dejará algo de «esencia», quizás no, pero pensarlo me escandaliza un poco. Es el tipo más calmado del lugar.


Hace poco he conocido a Ignacio, uno de los cocineros recién ingresados, aunque su primer día fue un auténtico desastre por la ausencia de Eduardo, quien, aparentemente toma las órdenes. Es un buen chico.


Si bien mis compañeros de trabajo me dan bastante igual, yo no les doy bastante igual. Según ellos atraigo clientela pero no tengo nada de habilidad y que el señor Ferre no me despide únicamente por eso, pero por el resto soy un inútil. Sinceramente, no les falta razón en nada. «Gracias» a todos esos comentarios he decidido pedirle ayuda a la única persona que nunca me juzgó sobre eso: Greco. Hasta hace poco me recordó su nombre, Katerine Greco. Ella es la empleada más seria y profesional de todos los turnos aunque últimamente su rendimiento ha decaído. Le gritéis, le peguéis o insultéis ella seguirá sonriendo y hablando amablemente, es como si tuviera una careta invisible pegada. Además de tener ese carácter tan serio y reservado tiene buena apariencia, por lo que, Ferre la adora. Lo que más me avergüenza en este momento es tenerla frente a mí.

Sollozo a medianoche [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora