capítulo 6

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Si me preguntan cuál sería el peor día, yo definitivamente respondería con la mañana siguiente a una borrachera. Sin dudarlo ni un segundo.

La sensación de pesadez y cansancio después de una noche de copas es terrible, oh y ni hablar de las decisiones que tomaste estando etílicamente indispuesta —no sé si etílicamente sea una palabra pero qué más da— en fin, yo bien sabía por experiencias propias que mis decisiones eran un total asco.

Mi humor y paciencia también se ven involucrados, cielos, mi humor post-fiesta es una total mierda y digamos que mi tolerancia disminuye de poca a inexistente, cuando tengo resaca, la gente al rededor se empeña a poner mi paciencia al límite, todo me molesta más de lo normal y puedo llegar a ser un total dolor en el culo cuando despierto en la mañana.

Un encanto, lo sé.

A mis oídos sensibles llega el cantar de los pajaritos y aunque amo despertar con el sonido de su canto, en estos momentos quiero lanzarles un zapato.

Mantengo los ojos cerrados por temor a que al abrirlos me encontrara en una ciudad extraña o en el peor de los casos, en mi cama pero con un desconocido. La cabeza me retumba y siento ganas de vomitar. Dios, juro que jamás volveré a tomar se esa manera, en mi boca aún podía saborear el tequila y el dulzor de los cócteles. 

Al abrir mis ojos suelto un suspiro de alivio, estoy en mi cuarto, al menos no me encuentro en la cama de algún sujeto extraño, mi patomóvil empieza a sonar y trato de alcanzarlo.

—¡Mierda! ¿dónde estás? —digo sin tener éxito al encontrar mi móvil.

Me levanto de mala gana, la sábana blanca se resbala y noto que sólo
llevo puesta ropa interior. Me doy la vuelta y ahogo un grito cuando veo que a mi lado hay alguien durmiendo.

¿Saben el meme de "oh shit, here we go again? 

Bueno, eso me define justo ahora.

Ven a lo que me refiero, etílicamente indispuesta para tomar decisiones sabias. El sujeto duerme acostado boca abajo y la almohada cubre su cabeza, se le ve extrañamente cómodo. 

—Chico extraño. —digo llamándolo en voz baja.

Nada, no se mueve.

¡¿Dios, y si se murió?!

—¿Amigo? ¡Oye despiértate! —alzo mi voz y un quejido sale de la boca del extraño.

—Dulzura, déjame dormir cinco minutos más.

—¿Caín? —pregunto super confundida.

Él quita la almohada y su cabello castaño oscuro es lo primero que logro observar.

—¡Joder, pensé que me había acostado con un desconocido! —digo soltando el aire, Caín gira su rostro hacia mi y me sonríe— ¿Cómo es que llegaste hasta aquí?

—Me llamaste a eso de las dos y media de la madrugada —¿lo hice?— Sonabas enojada y empezaste a reclamarme sobre cómo te dejé plantada pero luego tu humor cambió y pues ya no estabas molesta, supe que posiblemente estabas algo pasada de tragos y el control ya lo habías perdido.

—Y tú, como un caballero de brillante armadura fuiste al rescate de la princesa alcoholizada. —Caín se sienta sobre la cama y su pecho queda al descubierto.

—Exactamente. —yo sonrió y me agacho para buscar una camisa para cubrirme, por un momento olvidé que solo llevo puesto ropa interior.

city full of lonely people | l.h [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora