Su novio está obsesionado. Ella es víctima de sus manipulaciones. La hiere, la destruye, pero ella continúa cayendo por sus encantos. Hasta que, una noche tras una discusión con Bruno, Katerine encuentra la paz en el canto de su vecino: Sam d'Aramitz. Él es un frío guitarrista de pocas palabras que toca la guitarra a medianoche en el balcón de al lado. El rumbo de su relación da un giro cuando Kat se convierte en la instructora de Sam y ella queda encandilada con la calidez y simpleza de Samuel. Sin embargo, la cuestionable salud mental de Katerine, junto a los celos enfermizos de Bruno, se interpondrán en el floreciente romance. [Sin editar]