Hola mis criaturitas:) Siento mucho la espera, pero los exámenes y todo eso… bueno, que ya me entendéis xd. He aprovechado que se queda mi marvada a dormir y le he pedido que me ayude a escribir después de tanto sin publicar, así que aquí tenéis un nuevo capítulo:$
Like y fap<3
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*Narra Rubius*
Desperté con el emocionante sonido del despertador con la música de Kiko Rivera, Así soy yo. Por lo tanto, tuve que levantarme cagando leches a apagarlo. El remedio infalible para levantarse con rapidez por las mañanas. El muy subnormal se hace el cantante cuando hace más gallos que un corral de gallinas histéricas con la regla. Y yo que canto mal… incluso así lo supero. En fin… Me levanté con demasiada pereza de la cama y me metí en la ducha, lavando todo pulcramente. Sí, los pelos de los huevos también. Al salir me eché mucha colonia y me puse lo más normal que pude, mientras la otra ropa la guardaba en la maleta, incluido el regalo que le había hecho a ____ por su cumpleaños. Sí, demasiado cursi, pero si supierais el regalo que le he hecho, se os subiría la diabetes de tanta dulzura. Una vez mis maletas ya estuvieron hechas, mi móvil comenzó a sonar sobre mi mesita de noche y cuando miré quien era vi el nombre de Mangel en la pantalla junto a una foto suya. Suspiré y lo agarré con una mano mientras con la otra intentaba subirme los pantalones dando saltitos por la habitación.
*Conversación Telefónica*
Rubius: ¿Qué quieres?
Mangel: ¿Qué le has preparado a ____ para su cumple? Es que no tengo ni la menor idea de qué regalarle. – Le oí nervioso desde el otro lado de la línea y yo sonreí.
Rubius: ¿Nervioso, Mangel?
Mangel: No… Bueno, sí, un poco… ¡Pero no me líes! ¿Qué le has comprado?
Rubius: Si te pones así de diva no te lo digo, Mahe.
Mangel: ¡Rubius, tío! ¡Que soy tu mejor amigo! – Reí abrochándome el botón del pantalón y agarré bien el móvil que no vaya y se me fuera a caer.
Rubius: Bien, bien… Le he hecho un colgante.
Mangel: ¿A mano?
Rubius: No, con la polla. Pues obvio que a mano, imbécil.
Mangel: ¿Y qué colgante es?
Rubius: Pues un colgante, tío. De toda la vida, macho.
Mangel: ¿Pero un colgante de qué?
Rubius: Pues un colgante para ponérselo en el cuello, Mangel. No te lo voy a decir, no quiero que te me copies.
Mangel: Bueno, pues nos vemos a las tres, cabrón. Te odio.
Rubius: Adiós, cascarrabias.
*Fin Conversación Telefónica*
Lancé el móvil por algún lado de mi habitación y fui a la cocina a prepararme un café y va que chuta. Después de calentar la leche en el microondas, eché el polvo del café en la taza y la removí mientras miraba a un punto sin concretar de la pared de enfrente. Con la maleta en la puerta y la taza en la encimera decidí ir saliendo ya que eran las tres menos cinco. Con los nervios del viaje ni me he dado cuenta de que se ha pasado la hora de comer.
*Narra ____*
Lucia, Sandra y yo ya teníamos las maletas hechas y fuimos con el coche hasta la casa de Cheeto, viéndolo en la puerta hablando con Alex y Mangel. De Rubius no había rastro y de repente todos nos miraron con una sonrisa. Mientras lo esperábamos fuimos colocando en forma de Tetris las maletas en el maletero para que quepan todas bien, y de paso nos repartimos los coches y asientos. En el coche de Lucia iríamos: Lucia, Sandra y Alex. En el coche de Cheeto irían: Mangel, Rubius, Cheeto y yo. Entre risas y bromas, vimos una mata de pelo castaña empinada correr en dirección a nosotros con una maleta más grande que todas las nuestras juntas y cuando llegó, jadeó y se apoyó sobre sus rodillas buscando aire.