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Terminé de poner todo en mi bolsa, apresurada por Amelie, quien decía que ya estaban esperando abajo. Revisé por última vez que tuviera todo lo que necesitaba, y salí de mi departamento. Cerré la puerta y corrí al elevador, no me gustaba que me estuvieran esperando, me gustaba ser puntual.

Cuando abandone el edificio, no podía ver el carro de Harry por ningún lado, eso indicaba que mi amiga mentía y ni siquiera habían llegado.

Tomé mi celular y vi la hora. No era tan tarde. El claxon de un coche me hizo brincar del susto, Amelie estaba casi invadiendo el asiento de Harry aplastando el botón del claxon. Me dirigí hacia el coche y cuando iba a subirme, Amelie salió.

—Tú adelante, tienes que darle indicaciones a Harry. Yo me dormiré.— Amelie se metió a la parte trasera del coche.

Cuando entré al lugar del copiloto, vi a Harry que estaba atento en su celular. No dejaba de teclear, llevaba una sudadera negra y un pants del mismo color. Dejo su celular en medio de sus piernas y levanto su vista hacia mí. Nos quedamos viendo varios segundos, él trataba de decirme algo pero yo no comprendía.

—¿Y bien?— preguntó y reaccioné.

—Oh sí, la dirección.— sonreí sonrojada y apenada.

—Toma, pon el lugar ahí.— estiró su celular dándomelo. —es más fácil para los dos si solo me guío de ahí.— dijo y prendió el coche emprendiendo su marcha.

Escribí la dirección en el celular de Harry y mientras identificaba el lugar correcto, le llegaban algunos mensajes, trataba de ignorarlos y no leerlos. Todos eran de mujeres.

—Aquí tienes.— le extendí su celular y él lo tomo sin verme. Lo configuro para que el gps apareciera en la pantalla del coche.

—¿y tú novio, Monique?— preguntó Amelie.

—Se supone que de viaje.— Harry me vio de reojo y sin decir nada, escuché el suspiro de mi amiga.

—¿Te aviso?— siguió cuestionando Amelie.

—Si, me llamó ayer.—contesté.

—Por lo menos lo hizo. No te preocupes, no lo necesitas.— reí perdiéndome en la vista de la carretera.

...

Llevábamos alrededor de una hora en carretera y no habíamos hablado mucho, solo una que otra vez que Amelie hacía preguntas.

Harry se mantenía concentrado en la carretera y lo agradecía bastante, yo era demasiado tensa cuando se trataba de conducir, más cuando cualquier distracción ocasiona horribles momentos.

Gerard cuando se enojaba comenzaba a manejar a alta velocidad, e incluso a pasar algunas señales de tránsito y me hacía enloquecer. Más de alguna vez pensé en bajarme de su coche. Harry era más cuidadoso.

—¿Por qué decidiste venirte a París sola?— preguntó Harry sin despegar la vista de la acera.

—Es una historia interesante. Siempre quise venir a París, y cuando llegó la etapa de la universidad, me hice la idea de que podía estudiar gastronomía allí. Y aunque las probabilidades eran nulas, le dije a mis papás y me apoyaron.— contesté sonriendo.

—¿Cuántos años tenías?

—Tenía 18. Y aunque me salté un año de universidad para juntar el dinero suficiente, logré graduarme.— dije orgullosa de mí.

—Uff, es difícil salirse de casa a esa edad me imagino.— suspiro viéndome de reojo y haciéndome asentir.— ¿tienes hermanos?

—Sí. Tengo un hermano y una hermana; ambos menores.— contesté amablemente.

—Amelie es menor que yo, por un año.— Harry vio a su media hermana por  el espejo retrovisor; ella venía dormida desde hace un rato. —No crecimos desde bebés juntos, pero nos queremos como si sí.

—¿Sus padres aún siguen juntos?— pregunté con intriga.

—Si.— contestó.— ¿tus padres igual?

—Si.— contesté igual que él y con una sonrisa.

—¿De qué hablan?— preguntó la voz ronca de mi amiga.

—De ti.— dije y mi amiga no contestó.— hice alfajores, por si quieren comer algo.— propuse y Amelie no tardo en contestar.

—Claro que quiero.

—Búscalos, están en mi mochila.— giré la cabeza para ver a Amelie sacando los alfajores.

—¿Quieres Harry?— pregunté tímida.

—Si quiere, ten.— Amelie me dio el refractario. —Dáselo en la boca, no vaya a ser que choquemos.— Harry vio a Amelie por el retrovisor no muy amigable.

—Yo puedo, gracias.— tomó uno de los alfajores con su mano libre.

Me hice la distraída esperando que tuviera una crítica positiva hacia mis alfajores.

—Wow.— mis interiores estaban riendo de gusto cuando escuché a Harry. Cuando a alguien le gustaba alguno de mis postres me hacía sentir con un poco de orgullo. — están ricos. La masita está demasiado suave. Que gran habilidad tienes.— juraba estar sonrojada.

—Gracias.— mi vista penosa estaba sobre mis pies.

—Ya sabía que te iban a gustar.— dijo Amelie.— los alfajores son el postre que hace tán especial a Monique... ni siquiera a la pastelería en la que trabajamos le ha compartido su receta.

—Espera que lleguen a casa y prueben los postres de mi padre.— sabía que les encantaría estar en casa.

La comunicación se perdió luego de nuestra plática sobre los alfajores, nos faltaba media hora para llegar a nuestro destino y no podía estar más emocionada de que estuvieran en casa...

monique, is a London boy :) h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora