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Amelie

—¿Cuántos años dijiste que tenías?— le pregunté a la chica, mientras hojeaba su expediente.

—24— dijo, ella y su sonrisa falsa me cansaban. Su cabello era pelirrojo y llevaba un vestido formal como si se tratará de una oficina.

—¿Y te gusta la cocina? ¿Hornear? ¿Haz hecho pasteles alguna vez?— ella tardó segundos en contestar.

—Si, hago pasteles seguido— la miré a los ojos cuestionándola, estaba mintiendo.

—¿Qué lleva la mezcla de un pastel...— vi sus documentos,—Danielle?

—Harina y huevos, ¿leche? Te prometo que aprendo rápido— casi me quede boquiabierta al ver a la chica. Ella no sabía absolutamente nada. Si Monique estuviera conmigo fuera más fácil.

—¿Sabes prender el horno por lo menos?

—Por supuesto— asentí.

—Nosotros te llamamos, Danielle— Ella asintió, se puso de pie para irse.

Caminé hacia la mesa donde estaba Harry, con su laptop trabajando.

—¿Cómo te va?— preguntó él dejando de ver su computadora unos segundos.

—Pésimo. La chica que acabo de entrevistar ni siquiera sabe hornear.

—No tienes mucho tiempo— dijo él.

—Lo sé, algo encontraré. ¿Tú cómo vas?

—Hay muchas cosas que tengo que poner en orden, pero creo que bien.

—Tengo que ponerme a trabajar, hay un desastre en esa cocina sin Monique— me quejé haciendo un puchero.

—¿Haz hablado con ella?— preguntó.

—No, no me ha contestado ninguno de mis mensajes.

—Ni a mí— era difícil para él y lo odia notar en su mirada.

—Se está tomando un tiempo, nos llamará... ¿verdad?— cuestioné, Harry me vio por unos segundos y bajo su mirada.

—Creo que deberíamos ir a buscarla.

—No lo sé, Harry. Nunca la había visto así, en verdad sentí cuando dijo que no quería estar más en Paris.

—Pronto volveremos a estar juntos.

...

Monique

Vi el montón de cajas de vinos que salían en envío el día de hoy, había mucho por hacer en la fábrica.

—¿Cuántas cajas están listas?— pregunté.

—165— contestó uno de los trabajadores, no me sabía su nombre y entré tantas personas no me lo aprendería pronto.

—que salgan ya— ordené y asintió.

Mi mente se mantenía bastante ocupada desde que comencé a trabajar en este lugar. No pensaba en mí, solo en trabajar, y eso hacía que olvidará el dolor que había en mi vida.

Mi abuelo entró a la fábrica y vi como se acercó a mí.

—Monique, es sábado... deja de los chicos hagan su trabajo, vete a casa a descansar.— dijo.

—No tengo nada que hacer en casa, prefiero quedarme a ver que todo esté bien.

—Monique, es una orden.

—Pero...— me interrumpió.

—Llevas una semana aquí y no haz descansado, si surge algún problema, aquí estoy yo— me dio un beso en la cabeza.

monique, is a London boy :) h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora