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Abro mis ojos y la primera sensación que tengo, es mi garganta muy seca. Recuerdo la noche anterior, a pesar de haberme caído y haber vomitado frente a mi guapo, no recordaba otra tontería peor. Por lo menos no terminé llorando.

Veo la hora, son las 12 p.m, gran hora para despertar. Sacó de ropa de mi maleta, unos jeans azul marino, junto a una sudadera rosa. Me doy un baño con agua caliente, esperando que me baje un poco la sensación de resaca que tengo.

Después de salir del baño, cepillé mi cabello y me puse unos tennis blancos. Salí de la habitación, todas las puertas de las habitaciones estaban cerradas, igual y todos seguían dormidos. Bajé las escaleras, y vi hacia la sala de estar, vi a todos mis primos tirados sobre el suelo y el sofá, ellos también la estaban pasando mal. Amelie estaba entre ellos, luchando contra su vida.

—¿nuevos amigos, Amelie?— pregunté y ella solo se quejó.

—tú abuela nos dijo que nos quedáramos aquí, que ya venía una enfermera a colocarnos suero.— habló con su brazo derecho encima de sus ojos.

—¿mi abuela está molesta? Digo, están todos sus nietos muriendo gracias al alcohol...

—deberías verla, Monique. Ella está más que sólo molesta.— contestó Anna. Se veían horrible. Y lo peor de todo es que la mitad eran menores de edad. La más vieja era Amelie, y aún así parecía que se acoplaba muy bien.

—¿En dónde está Harry y Molly?— preguntó viendo hacia todos lados, esperando verlos.

—Tú abuela se los llevó, como eran los únicos frescos en esta habitación, les pidió ayuda con los sueros que trae la enfermera.

—¿De verdad los van a canalizar?— cuestioné, sabiendo que no era la primera vez que mi abuela hacía eso.

—¿No nos estás viendo? Estamos deshidratados, secos, pálidos.— habló Amelie. Yo también necesitaba que me pusieran un suero. Pero no me iba a humillar con mi abuela.

Mis hermanos no estaban entre mis primos, ellos se habían ido a casa con mis padres y agradecía que así fuera, de lo contrario tal vez estarían en la posición de ellos.

Veo a Harry y a Molly entrar detrás de la enfermera, mientras cargan las pequeñas hieleras con los sueros. Los dejan sobre la mesa, y la enfermera se encarga de lo suyo. Harry se acerca a mí y me envuelve en sus brazos, dándome un abrazo.

—Buenos días, guapo.— digo en su oído.

—buenos días, bonita. ¿Cómo amaneciste? Anoche lucías igual que todos ellos, ¿no quieres que te pongan un suero?

—No lucía así.— dije apuntando a los chicos.

—Después de vomitar, sí.

—¿Tú nunca te emborrachas?— pregunté.

—Sí. Pero no tan fácilmente, y sé controlarme.

—Yo también sé controlarme.— le contesté.

—Seguro.— se burla de mí, y yo rodó los ojos.

Hoy es nuestro último día aquí, solo venimos a la boda y nos regresamos a Paris a nuestras labores. Tenía planeado invitar a Harry a una cita, quería mostrarle algo que era muy especial para mí.

—Oye, guapo.— dije con voz un poco baja.

—¿Qué pasó, bonita?— sus ojos sé fijan en mí.

—Planeé algo. Para ti y para mí. A las 5:00 pm, antes de irnos... ¿aceptarías salir conmigo?— mis mejillas estaban enrojecidas, mi corazón estaba un poco acelerado y mis manos jugaban. Me daba pena ser tan romántica.

—¿En una cita?

—Sí.

—Claro, bonita. Tenemos una cita.

...

Me siento lista para ir a mi cita con Harry. No llevó nada para la cita, ni comida, ni refrigerios, tan solo agua por sí acaso. Esta vez, nuestro momento será un poco íntimo y especial. Solo tengo planeado estar a su lado, contándole un poco de mi historia. Expresándole la vida de aquella Monique que creció horneando pasteles.

Busco a Harry dónde le dije que me esperará y lo veo ahí, con una sudadera blanca, unos jeans negros y tennis. Ambos vamos cómodos, y es perfecto para el lugar al que vamos a ir.

Entrelazo nuestros dedos en el momento que me acerco a él y comenzamos a caminar juntos. Tenemos que caminar algunos metros de distancia hacia dónde quiero llevarlo, a lo lejos comienzo ver el lago qué hay en la parte trasera de la casa de mi abuela. Él no dice nada, solo está un poco confuso de hacia dónde lo llevo.

No me suelta, confía en mí en todo momento, así como yo lo hago en él. Finalmente estamos frente a una casa de árbol que me trae muchos recuerdos.

—hace un rato tu abuela nos ha señalado este lugar. Ella dijo que de toda su propiedad, esa casa era la única que no le pertenecía. También dijo que tiene años que la casita está cerrada con llave...

—Sí.— dije viendo la casa, que aún estaba intacta. La madera era muy gruesa y ni siquiera la lluvia la había arruinado.— tantos años cerrado...— expresó viendo alrededor del árbol, el cual sostiene a la perfección la casita.

—¿Entraste alguna vez en ese lugar?

—muchas veces en realidad. Es la primera vez en años, que me acercó...

—¿Y la llave quién la tiene? ¿El vecino es el dueño?— dijo con cautela.

—Yo la tengo, yo soy la dueña.— contesté sacando la llave de mi pantalón.—No ha sido abierto en años porque no lo he querido, no quiero que nadie entré aquí y se adueñe de todos mis recuerdos. Los años en los que fui muy apegada con mis abuelos viven dentro de este lugar... vamos, entremos.— escale la escalera que había recargada en el árbol, y al llegar, abrí la puerta.

Me adentre en el amplio lugar, no podía estar de pie, a pesar de que el techo estaba alto, no lo era suficiente para un adulto.

—Aún hay juguetes aquí.— dijo, viendo los baúles que tenían un montón de juguetes.

—recuerdo que cuando cumplí 9 años, mi abuela me hizo firmar un contrato donde decía que era mía está propiedad. Todo empezó como un juego, y ahora literalmente puedo demandarlos si alguien decide irrumpir mi casa.— Harry soltó una pequeña risa, mientras me veía con detenimiento.

—¿Por qué haz decidido traerme aquí, Monique?

—No lo sé. Confío en ti, y nunca me había sentido tan segura de querer mostrar este lugar. No todo fue de maravilla por aquí, cuando cumplí los 15 años mi abuela comenzó con el tema de la herencia, partiendo a la familia, creando peleas y sobre todo, haciendo alejarme. Ni siquiera comenzaba a vivir cuando tenía esa presión sobre mí. Y así fue, como decidí irme a cumplir mis verdaderos sueños.

—Yo también tengo algo que mostrarte, en Londres... deberíamos ir y que conozcas más de mi historia.

—Vayamos entonces.— dije acercándome a él, para darle un beso tierno y sincero.— a dónde sea contigo, mi guapo.

Me acerqué a él, quería que me abrazará, sentí su aroma fresco, su perfume varonil tan perfecto, recosté mi cabeza sobre su pecho, mientras ambos veíamos el lago desde la ventana de la casita. Harry pasó su mano sobre mis hombros, mientras acariciaba mi brazo.

—Quiero que seas mi novia— dijo en medio de un susurro.

—¿qué?— dije impresionada, sin esperarme su ¿propuesta?— ¿se supone que es una pregunta?

—Tal vez, pero mejor te lo pediré más claro. ¿Quieres ser mi novia?

—tú... yo...— contesté sin pensar y luego pensé en lo torpe que había sido.—digo, sí, sí quiero.

monique, is a London boy :) h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora