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m o n i q u e

Bonjour, París.

La sonrisa que mi rostro demostraba era notoria y contagiaba a varios metros de distancia. Era una mañana fresca en París, yo llevaba un suéter lavanda tejido y un pantalón azul claro.

Me agradaba la idea de ver las calles de Paris funcionando tan temprano, los niños iban de la mano de sus padres, brincando y cargando sus mochilas, porque ya iban de camino a la escuela. Los amos sacaban a sus mascotas a correr un rato. Incluso los turistas abrían sus ojos temprano para poder alcanzar un lugar en la fila del palacio de Versalles y por lo menos verlo antes del fin del día.

Normalmente recordaba el día en qué había llegado a Paris, teniendo tantas necesidades y buscando cómo cubrir todas. Sonreía, porque sabía que mi día sería espectacular, y sí no, el mañana me estaba esperando para seguir viviendo como sí fuera el último día.

—¡Monique! —Escuchó mi nombre y me detengo para ver de dónde proviene, me vuelvo hacía el otro lado de la calle y veo a mi mejor amiga cruzando la calle para encontrarse conmigo.

—Bonjour, Amelie —la saludo y ella me devuelve el mismo gesto, ambas con un beso de cada lado de la mejilla.

—¿Cómo te fue este fin de semana? —sonreí al escuchar su pregunta, recordando que había pasado el fin de semana en Normandía, junto a mi familia y mi novio.

—Estuvo muy bien, estuve en Normandía con Gerard —le contesté y ella se detuvo en seco.

—¿Fue a pedir tu mano? —puso sus manos en mis hombros y mi sonrisa de borro.

—No, Amelie.

—¿Entonces?

—Solo fuimos a visitar a mi familia, no había motivo especial.

—Me aburreeeeeen. Tienen 3 años juntos, viven en la ciudad del amor, que se monte un teatro y te pida matrimonio, Mon —rodeé los ojos y ambas volvimos a caminar.

No es que el tema me pusiera de malhumor o me molestara, pero no me sentía del todo cómoda, pensando en sí mi novio realmente quería tomar la decisión de dar un paso más en nuestra relación, y tampoco quería que mi mente me generará la inseguridad de pensar sí el realmente quería casarse algún día conmigo.

—Me gusta estar así, Amelie, los dos tenemos planes distintos y tal vez un compromiso tan grande no lo permita, además tú sabes que quiero enfocarme en mi pastelería —hablé sinceramente, aunque no negaba el hecho de que sí quería casarme.

—Ya lo tienes casi todo, Monique, solo faltan algunos detalles...

Yo era repostera, en una pastelería muy reconocida en Paris, pero mi decisión de cumplir mis sueños y querer abrir mi propia pastelería era tán fuerte, que un día decidí gastar todos mis ahorros en la renta de un local pequeño, pero a la vista de la Torre Eiffel para comenzar a cumplir mis sueños. La remodelación estaba siendo un poco demorada, porque quería que los detalles fueran perfectos, pero no podía negar que mis facturas ya se estaban viendo fuertemente impactado más por el cobro que se hacía mes tras mes. Tenía que apresurar y preparar los postres que quería ingresar a mi nuevo menú.

—Faltan muchos detalles aún —hablé mientras empujaba la puerta de la pastelería en la que actualmente trabajaba.

Hicimos una pausa en nuestra plática para saludar a nuestros compañeros de trabajo y luego entramos a la cocina, donde nos quedamos solas.

—Escúchame, Monique Solange —dijo intimidante, apuntándome con su dedo índice de la mano derecha —, tú pastelería está inconclusa, lo sé, pero vamos a trabajar día y noche para que esté más pronto de lo que piensas, no me importa sí no me pagas, pero quiero verte sonreír cuando cortes la cinta de tu nuevo lugar favorito en el mundo —. Mis ojos se llenaron de lágrimas y me abalancé a abrazarla.

monique, is a London boy :) h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora