Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.

19

Un nuevo día de la semana comenzaba. El despertador de Yamaguchi se hizo presente en la habitación, haciendo ruido como de costumbre. Se levantó de su cama tranquilamente. Aún tenía algunos dolores en su cuerpo aunque no eran tan fuertes como hace dos días. Se duchó como siempre y tomó su desayuno entretanto miraba las noticias en su televisión. Ya cuando terminó, fue caminando hasta su universidad mientras High Hopes sonaba por las bocinas de sus audífonos.

Ya cuando llegó a su salón, sonrió con levedad al ver a su profesor. Cuando se acercó un poco para saludarlo, no pudo evitar mirar a sus labios. Este estaba un poco morado.

—Buenos días, sensei.

—Buenos días, Yamaguchi.

Cuando se sentó en su pupitre, tomó su teléfono y envió un mensaje al mayor.

« ¿Qué le pasó en el labio? »

Dejó su teléfono a un lado, mirando al rubio, quien estaba viendo su laptop. Esté miró la pantalla iluminada ante la llegada del mensaje y tomó el aparato para contestar.

« ¿No recuerdas lo qué pasó el sábado? Me hiciste una marca en el labio »

Cuando Yamaguchi recibió el mensaje, sintió sus mejillas un tanto calientes al recordar lo que había pasado aquella mañana. ¿Él hizo eso? Pues claro. Entre tanto beso, succionó su labio inferior al separarse, dejando una marca accidentalmente.

« Lo siento mucho, Tsukki. No fue mi intención :( »

Recibió un mensaje en seguida.

«Ten más cuidado la próxima vez »

El pecoso hizo un puchero con sus labios y guardó su teléfono al notar que ya era hora de empezar la clase. Tsukishima dio su clase sin muchos problemas, aunque no iban a faltar algunos estudiantes que se quedaran viendo a sus labios. La verdad es que él hizo de todo para hacer que aquella marca se fuera. Al termino de la clase, el rubio fue directamente a su oficina más formal, la cual compartía con los demás profesores.

—Hey, Tsukki. ¿Qué tienes en el labio? —preguntó su colega, Kuroo.

Tsukishima apretó sus labios.

—Nada que te importe.

—Uy, amanecimos de malas al parecer —comentó sentándose a su lado—. ¿Quieres que te haga un café?

—Por favor.

Kuroo sonrió divertido y fue a la máquina de café. Tsukishima se sentó en su mesa y frunció el ceño entretanto masajeaba el mismo. Tampoco es como si pudiera enojarse con Yamaguchi por haber hecho eso, sabía que había sido por la emoción del momento y que no había sido con malas intenciones, incluso ya se había disculpado.

—Aquí tienes, con dos cucharadas de azúcar, como te gusta —dijo el pelinegro dejando el café al lado del rubio.

—Gracias.

Apenas tomó el café dio un largo sorbo. Aún tenía su ceño fruncido.

—Es un lugar raro para una marca —comentó Kuroo en voz baja, escribiendo algunas cosas en su cuaderno.

—¿Sigues con eso?

—Quiero saber. Estoy intrigado.