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Yamaguchi era un estudiante de ingeniería computacional con 19 años... era su primer día y la verdad es que estaba ansioso, aunque no estaba nervioso ya que se sentía con cierta confianza respecto al área de conocimientos, él había salido como uno de los primeros académicamente; aquello le hizo ganar algunas becas a pesar de que su familia tuviera el dinero suficiente para poder pagar su carrera universitaria sin problemas.

Ahora mismo estaba viviendo en un apartamento a unas cuantas cuadras de su universidad. Este apartamento era de un tamaño normal, es decir, tenía una habitación y un baño, con su cocina estilo americana y un salón pequeño, pero solamente vivía ahí así que el tamaño no era un problema.

Sus padres insistían en un departamento más grande, pero a Tadashi le gustaban las cosas más normales y sin tantos lujos. Decía que la vida con mucho dinero era aburrida porque tenías todo ya conseguido.

Entró con determinación al salón de clases, este era bastante grande y la verdad es que olía muy bien. Fue una de las cosas que le llamó la atención. Se sentó en la segunda fila de sillas, mientras esperaba y veía como más estudiantes llegaban. Todos tenían una ropa que los hacía ver la persona que eran, realmente todos tenían estilo. Yamaguchi se sintió extraño.

Al cabo de unos segundos, entró lo que parecía ser el maestro. Su cabellera era rubia, tenía lentes y lo que más podía destacar de él era su altura. ¿Realmente era un adulto? Se veía como un estudiante la verdad. Dejó su bolso negro encima de su escritorio y miró a lo que iban a ser sus estudiantes.

—Buenos días a todos. Soy Tsukishima Kei, su profesor de cálculo —hizo una pequeña pausa, observando cada a uno de sus estudiantes—. Tengo tres reglas sencillas en mi clase, la primera es que nunca me interrumpan cuando esté explicando algo, pueden levantar su mano y cuando yo les de la palabra, pueden hablar. Odio que me interrumpan. La segunda es que me da igual si ponen o no atención, mientras no interrumpan a sus compañeros que sí quieran aprender, me da igual si están durmiendo o en su teléfono y la tercera es que odio las malas calificaciones. Si les da vergüenza hablar en mitad de clase o algo así, pueden preguntarme al final.

Un pequeño silencio se formó. Las miradas de Yamaguchi y su maestro de se cruzaron por dos segundos, aunque para el pecoso fue como si el mundo se detuviese. No pudo evitar estremecerse en asiento y juntar sus piernas.

—Como es la primera clase, voy a dar una pequeña introducción y unos cuantos ejercicios para ver en qué nivel están.

Yamaguchi sacó su block de notas y comenzó a escribir algunas cosas que Tsukishima había escrito en la pizarra.

—Oye, disculpa... ¿está ocupado aquí? —preguntó el desconocido a Yamaguchi.

Este giró su cabeza para ver de qué se trataba. Era un chico que parecía tener casi la misma edad que el pecoso. Su cabello era algo largo y tenía las puntas decoloradas.

—Uh... no, puedes sentarte.

—Gracias.

Yamaguchi le miró mientras sonreía un poco. Luego miró al pizarrón y vió como es que el texto que estaba en ella, estaba completamente ordenado. Realmente pensaba que tenía a un maestro muy estricto, pero a él le gustaban los maestros que eran así y que tuvieran vocación. Nuevamente se estremeció en su asiento y juntó sus muslos.

¿Por qué le excitaba eso?

Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora