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Tsukishima estaba arreglándose para su entrevista con el director de la preparatoria a la cual iba a trabajar. Había estado preparándose hace mucho tiempo a lo que estaba muy seguro de sí mismo. Además tenía una buena base como profesor de universidad junto sus estudios y la recomendación de Akaashi.

Él se preguntaba como es que este seguía con Bokuto. Este último también trabajaba en esa preparatoria, pero como maestro de educación física. Desde lejos podía verse que hacía deportes.

Se colocó una camisa junto sus pantalones negros, además de sus zapatos. Miró la corbata en su armario. ¿Debería ponérsela? Sabía que era un momento importante, pero también quería darle un aspecto juvenil. Él no era tan viejo tampoco, sólo tenía veintiocho años.

—Tadashi, ¿crees que debería colocarme corbata? —preguntó mostrándole esta.

El pecoso tomó esta y la puso encima de su camisa, sólo para ver como se veía.

—Creo que se ve mejor sin corbata —dijo seguro asintiendo con su cabeza.

Tsukishima sin más la guardó.

—Estoy listo.

Yamaguchi le sonrió y caminó hacia él, arreglando algunas arrugas que estaban en su camisa. Apretó sus labios y dirigió sus manos hacia sus mejillas.

—Se ve tan bien con camisa —comentó abrazándole calurosamente, pudiendo oler su agradable perfume.

Este sonrió ladino.

—Bien, debo irme —dijo tomando todo lo necesario para la entrevista.

—¡Suerte! —exclamó el pecoso abrazándolo ahora por la espalda, repartiendo muchos besos en la misma—. Dígame cuando venga de vuelta para cocinar el almuerzo, ¿si?

Tsukishima asintió con su cabeza. Depositó un beso casto en sus labios y finalmente salió de su hogar en dirección a la preparatoria.

...

Era un día de semana por la mañana. Cuando llegó al recinto, pudo escuchar el sonido de los estudiantes hablar fuerte y claro. Buscó con la mirada a Akaashi, quien le había dicho que lo llevaría hasta la oficina del director.

—Akaashi —dijo cuando le vio, este sonrió con levedad.

—Hola, Tsukishima —le saludó—. Ven, llegas justo a tiempo.

Siguió al pelinegro por los pasillos de la preparatoria, pudiendo sentir las miradas curiosas de los estudiantes. El lugar era bastante normal, le gustaba bastante. No era como una universidad que era un poco más tranquila.

Una pelota de voleibol se interpuso en su camino. Esta rodó a sus pies. Se agachó para recoger la misma, sin poder soltar un jadeo al ver al chico que estaba frente a él.

—¡Oh, Tsukki! —saludó el chico de cabellos grisáceos.

—Bokuto... No pensé que trabajaras aquí también —comentó entregándole la pelota.

—Supe que vas a dar una entrevista, ¡suerte con eso! Será muy divertido tenerte como colega —dijo en un tono divertido, caminando en dirección a los estudiantes, quienes al parecer, jugaban voleibol.

—Aquí es, Tsukishima —le señaló la entrada al más alto—. Suerte con eso.

Le dedicó una sonrisa. Tsukishima le agradeció y entró al despacho.

—¿Tú eres Kei Tsukishima? —preguntó el señor levantándose del asiento.

—Sí, lo soy. Es un placer —dijo adentrándose a la habitación y cerrando la puerta detrás de él.

—Comencemos... Me impresiona mucho que vengas de esa universidad...

Y así hablaron de muchas cosas que estaban en el currículum del rubio, a pesar de que no fuesen muchas, el hombre tenía bastantes dudas.

—¿Por qué te despidieron? —preguntó al final.

Tsukishima apretó sus labios.

—Bueno... en mi antiguo trabajo se corría un rumor de que de yo salía con uno de mis estudiantes... Lo cual era falso. Se esparció dos veces, y cuando hay rumores verdaderos o falsos de un maestro la universidad prefiere despedirlos para no dañar el estatus —respondió con sencillez.

Aún no podía creer que estuviese mintiendo. Aunque era una mentira blanca. No dañaba a nadie.

—Oh, entiendo —dijo, haciendo una pausa mientras ordenaba los papeles esparcidos en la mesa—. Supongo que será diferente hacerle clases a unos estudiantes de veinte años a unos de dieciséis.

—Oh, no se preocupe por eso. Puedo adaptarme fácilmente.

—Maravilloso —dijo el hombre levantándose del asiento—. De vez en cuando hacemos eventos escolares en los que a veces los maestros participan, no creo que te moleste, ¿verdad?

Tsukishima pensó.

—Mientras ayuden a desarrollar las capacidades de los estudiantes no me parece mal.

El hombre sonrió ladino, muy satisfecho con el rubio.

—Pues estás contratado. Empiezas a trabajar el lunes.

Tsukishima celebró en el interior de su cabeza.

—Ven, te haré un pequeño tour por el establecimiento —dijo caminando en dirección a la puerta—. Puedes dejar tus cosas aquí por mientras.

El rubio asintió con su cabeza.

Siguió al hombre, quien le iba mostrando los diferentes lugares en la preparatoria. Era bastante grande, y se veía que invertían bien en infraestructura. Tenía bastantes áreas verdes. Además de que los estudiantes se veían buenos y amables.

Aunque Tsukishima atraía miradas por donde pasaba por su apariencia. Él era guapo. Habían llegado a una zona que le llamó mucho la atención. Era una gran fuente de agua. Podían darse sus lujos también.

—Es una preparatoria muy linda —comentó.

—¿Verdad que sí? —respondió el hombre orgulloso—. Serás una buena ayuda para Akaashi... Te quería preguntar algo.

—¿Si?

—¿Tú podrías hacer talleres de matemáticas por la tarde? El nivel de nuestra preparatoria no es tan alto...

—Bueno, eso tendría que verlo en clases... Siendo que su nivel aumente no veo necesario hacer un taller.

—Uhm, sí...

...

Tsukishima llegaba a su casa. Había olvidado por completo avisar al pecoso que estaba de camino, a lo que cuando lo vio sólo sonrió.

—Conseguí el trabajo —dijo orgulloso.

—¡Ah, que bueno! ¡Me alegro mucho! —exclamó el pecoso lanzándose hacia él para abrazarle, y depositar muchos besos por su rostro—. Aunque estoy molesto porque no me avisó que venía para acá...

—Sí, lo siento. Estaba emocionado.

Yamaguchi sonrió y depositó un beso más calmado sobre sus labios.

—Iré a preparar el almuerzo —dijo separándose del chico para ir a la cocina.

El rubio sonrió. Estaba feliz. Muy feliz.

Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora