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Yamaguchi estaba sentado en su pupitre, escribiendo como loco todo lo que decía su profesor. Su mano llegaba a doler, pero nunca iba a cansarse de asistir a sus clases y verle tan concentrado y hablando sobre el tema en cuestión. Realmente pensaba que el conocimiento era demasiado sexy.

—Yamaguchi, pasa a hacer este ejercicio —dijo el rubio al notar que tenía su mirada en el horizonte.

Las mejillas del nombrado se sonrosaron con levedad y se levantó del pupitre a hacer aquel ejercicio en la pizarra. Entretanto iba, podía escuchar unos molestosos murmullos, además de que podía sentir la mirada sobre él. Eran miradas envidiosas y competitivas.

Yamaguchi suspiró.

Tomo la tiza y miró el ejercicio en la pizarra. Era uno nuevo, que no sabía muy bien como hacerlo, pero de todas maneras lo intentó. Tsukishima solo miraba como lo hacía. Él también pensaba que el conocimiento era sexy, podía verlo cuando el pecoso hacía un ejercicio matemático sabiendo lo que hacía, aunque tardase un poco en hacerlos.

—Este ejercicio no lo habíamos visto, ¿estudiaste por tu cuenta? —preguntó con voz seria.

—Sí, sensei. De vez en cuando —respondió de la misma manera, mirándolo a los ojos.

No pudo evitar sentir mariposas.

—Muy bien.

Yamaguchi no dijo nada más y fue a sentarse a su asiento. Su amigo quien estaba sentado a su lado, se acercó a este.

—Yamaguchi, necesito hablar contigo después.

El nombrado le miró curioso.

—Está bien.

La clase transcurrió con normalidad. Tsukishima también hizo que otros estudiantes pasaran al frente para que hicieran unos cuantos ejercicios. Habían tres tipos de estudiantes en su salón: los inteligentes que hacían competencia, los estudiantes promedio que sabían solo lo que su profesor les explicaba y los estudiantes que les costaba llevar el ritmo de la clase en sí.

Yamaguchi se levantó de su mesa cuando fue el cambio de hora y esperó a que Kenma hiciera lo mismo. Decidieron ir a las áreas verdes que les brindaba la universidad para hablar del tema que le preocupaba al mayor de los estudiantes.

—¿De qué querías hablar, Kenma? —preguntó el pecoso, sentándose con las piernas cruzadas.

—Está corriendo un rumor de que estas saliendo con Tsukishima-sensei.

Yamauguchi abrió sus ojos en grande y su corazón comenzó a latir con rapidez.

—¿De dónde lo escuchaste? —preguntó mirándole con seriedad.

—¿Recuerdas esos chicos que una vez Tsukishima-sensei los echó? —Yamaguchi asintió—. Pues son ellos.

El pecoso se quedó pensativo. Aquello podía ser peligroso para su profesor.

—¿Le dijiste a alguien más que salías con tu sensei? —preguntó mientras sacaba su botella de agua.

—Solo le dije a una chica... Sayaka —murmuró.

—Deberías hablar con ella.

Yamaguchi no tardó en levantarse de aquel lugar. Se despidió de su amigo y agradeció por haberle dicho. Caminó por los pasillos de la universidad en busca de su amiga, pero al no encontrarla decidió llamarla a su teléfono. Esta contestó a los cuatro tonos. El pecoso dijo que necesitaba verla urgentemente.

Decidieron juntarse en el salón de profesores, no dentro de este obviamente sino afuera. Yamaguchi esperaba impaciente mientras movía su pierna como un tic, mirando al suelo con un semblante un tanto molesto.

Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora