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Una nueva semana en la universidad comenzaba. Las pequeñas vacaciones de los estudiantes habían terminado. A Yamaguchi se le habían pasado muy rápido y no supo el cómo realmente, aunque tampoco es como si hubiera hecho muchas cosas. Solo se quedaba viendo series y durmiendo los días que no tuvo visitas. Por parte de Tsukishima, él seguía trabajando, corrigiendo los exámenes.

Entró al salón con expresión seria, aunque parecía una molesta. Dejó caer accidentalmente sus pertenencias en la mesa con brusquedad, haciendo que el sonido sobresaltara a los pocos estudiantes que habían llegado.

—Disculpen —murmuró. Nadie le había escuchado.

Se sentó en su escritorio y soltó un suspiro. Sacó su laptop para comenzar a traspasar las calificaciones del salón por mientras llegaban los demás, estaba tan concentrado que no había escuchado el saludo de Yamaguchi, por lo que este se acercó a la mesa. No tenía nada malo después de todo.

—Tsukishima-sensei... Buenos días —saludó, por tercera vez.

—Ah, Yamaguchi. Buenos días —saludó, mirándolo por unos segundos y volviendo a su trabajo.

Yamaguchi suspiró.

—¿Va a entregar las calificaciones hoy? —preguntó con una sonrisa sin mostrar sus dientes.

—Sí —respondió sin más.

Yamaguchi abultó sus labios.

—Y... ¿se encuentra bien? Lo noto algo distraído.

—Yamaguchi, estoy ocupado —respondió, sin darse cuenta que había sido un tanto rudo.

La sonrisa del nombrado desapareció ante el tono de su voz, a lo que simplemente metió sus manos en los bolsillos y caminó hacia su pupitre, sentándose sin tener ninguna expresión en su rostro. No sabía que un rubio teñido estuvo observando toda la escena.

Pasaron unos cuantos minutos más y la clase comenzó.

—Buenos días, jóvenes. Espero que hayan tenido una buena semana de descanso y hayan recargado las pilas para el segundo semestre. Ya tengo sus calificaciones. No diré que hay buenas notas ya que hay de todo, debo reconocer que hubieron algunos estudiantes que me sorprendieron, en el buen sentido.

Dicho aquello, comenzó a llamar a cada estudiante para que fuera a buscar su examen. Yamaguchi miraba a sus compañeros buscar su examen, viendo sus rostros de felicidad y tristeza al recibir su calificación.

—Yamaguchi.

El pecoso se levantó de la silla para buscar su examen. Había obtenido noventa y ocho de cien. Era una buena calificación para ser un examen final. Fue a sentarse a su pupitre. Miró con atención cuando Shimada fue llamado, aquel chico que ayudó. Este tenía una expresión de felicidad y fue rápidamente donde Yamaguchi.

—Obtuve ochenta y tres de cien... Gracias, Yamaguchi —murmuró con una sonrisa luminosa y sus mejillas algo sonrosadas.

Yamaguchi sonrió con calidez.

—¿De verdad? Me alegro mucho por ti, felicidades —le respondió apoyando su cabeza con su mano—. Si necesitas ayuda puedes pedirmela, ¿si?

Shimada apretó sus labios y mordió su labio inferior.

—Claro... Muchas gracias, Yamaguchi —dichas esas palabras, se fue a sentar a su pupitre.

Tsukishima miró la escena con atención, sintiendo algo que nunca había sentido en su vida.

—Voy a colocar las respuestas de los ejercicios en la pizarra por si algo no les quedó claro.

Yamaguchi comenzó a mirar su examen para ver en qué se había equivocado, era en los ejercicios en la parte de atrás, solo fue un error de cálculo, pero todo lo demás estaba bien.

—Yamaguchi, ¿cómo te fue? —preguntó su amigo, Kenma.

—Ah, Kenma. Me fue bien, ¿y a ti? —preguntó de vuelta.

—Obtuve un ochenta de cien.

—Oh, te fue muy bien —dijo con una amplia sonrisa—. ¿Puedo ver tu examen?

—¿Para qué? ¿Para burlarte?

—¿Qué? Claro que no —dijo soltando una carcajada.

La clase pasó con rapidez. Tsukishima no había pasado tema nuevo, pero sí resolvió las dudas de sus estudiantes y corrigió unos cuantos examen que había revisado mal. Ya cuando todos se habían ido, Yamaguchi fue el único en quedarse. Necesitaba hablar con él y quería hablar con él.

—Tsukishima-sensei —murmuró acercándose a él, apoyándose en el borde de su escritorio.

—Yamaguchi, ¿necesitas algo? —preguntó, sin dejar de mirar su laptop.

El pecoso suspiró de manera pesada.

—¿Le sucede algo, sensei? —preguntó colocando su mano sobre la ajena, acariciando esta.

—No, Yamaguchi. Estoy bien.

El rubio cerró su laptop y apartó la mano del menor. Este simplemente se cruzó de brazos y miró hacia la puerta, esta estaba entrecerrada. Cuando Tsukishima se levantó y comenzó a guardar sus cosas, el pecoso le abrazó por la espalda.

—Sensei... Yo lo conozco y sé que algo le pasa, no es el de siempre... —murmuró, abrazándolo con fuerza y frotando su mejilla contra su espalda.

—Yamaguchi... Estamos en la universidad, alguien nos puede ver —dijo, intentando separarse de él girando su cuerpo, para quedar frente al nombrado.

Este tenía sus labios abultados, aún abrazándolo, solo que su cabeza ahora estaba contra su pecho y le miraba desde abajo.

—Sensei... —insistió.

El rubio suspiró y miró hacia la puerta, esta estaba casi cerrada, pero no se podía ver nada desde afuera. Llevó su diestra a la mejilla del pecoso, acercando su rostro para besar sus labios con cariño. El corazón de Yamaguchi se estremeció y correspondió a su beso con las mejillas sonrojadas. Era un poco adrenalínico besar a su profesor en la universidad.

—No me pasa nada, cariño... Siento haberte tratado así antes, ¿me perdonas? —preguntó haciendo una caricia gentil en su cabeza.

Yamaguchi sintió mariposas en su estómago ante sus palabras y sus gestos.

—Está bien... Es solo que me extrañó que me tratara así después de lo que pasó el otro día —murmuró, apegándose más al cuerpo del mayor, oliendo su perfume que tanto le gustaba.

Tsukishima no dijo nada y se dejó hacer.

—Yamaguchi, creo que ya fue suficiente... —dijo intentando separarle de él, pero Yamaguchi era más fuerte.

—Sólo si me da un beso —murmuró estirando sus labios en forma de pato.

Tsukishima tomó la mejilla ajena y besó sus labios, durante un largo tiempo.

Se separaron casi instantáneamente al escuchar la puerta abrirse. Ambos habían llevado sus manos a sus bocas, sintiendo como les bajaba la presión. Tsukishima tosió y Yamaguchi se apoyó en el escritorio.

El chico que había entrado había visto todo.

—Yo solo... venía a buscar mi lapicera —dijo, para acercarse a su pupitre y tomar la nombrada.

Yamaguchi miró al chico.

—Terushima.

El nombrado salió del salón.

—Ve por él, Yamaguchi.

El nombrado no dijo más y salió como un trueno del salón en búsqueda de Terushima.

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Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora