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Yamaguchi entró al salón de su universidad, una nueva semana comenzaba. La primera clase era con Tsukishima, aunque la verdad es que estaba comenzando a preocuparse por sus calificaciones ya que no terminaba por entender completamente el tema, y la mayoría estaba así, era algo complicado, pero no imposible.

—Buenos días, sensei —saludó el pecoso al mayor.

—Buenos días, Yamaguchi.

A veces le gustaría que su profesor le llamase por su nombre, y no sólo en el salón sino afuera también. Creía que se escuchaba más bonito, además ya eran una pareja. Quizás él también debería llamarle por su nombre. Sin más se sentó en su pupitre y abrió su libreta, dispuesto a tomar apuntes.

—Buenos días a todos y todas. He visto que varios de ustedes están muy perdidos en el tema que estamos pasando actualmente —comenzó explicando, sentándose en el borde de su escritorio—. Por favor, les pido que hagan sus dudas y preguntas sin miedo alguno. No les voy a regañar ni nada de eso, pero necesito que me pregunten porque sino obviamente no sabré si están entendiendo o no.

Un pequeño silencio. El rubio soltó un suspiro y comenzó a escribir en la pizarra el nuevo tema.

—Sensei... Tengo una duda con este ejercicio —se escuchó una voz.

El mayor giró sobre su propio eje y miró en dirección a la voz. Elevó una de su ceja curioso al ver de quien se trataba.

—¿Terushima? Dime cual es tu duda.

Yamaguchi miraba la escena un tanto expectante. Podía ver como el rubio le miraba de una manera diferente a lo que solía hacerlo, y Terushima tampoco se quedaba atrás. Se podía sentir la tensión en el ambiente. Al final, Tsukishima respondió la duda sin más. Después de todo, era un profesor y no debía mezclar las relaciones que tenía afuera de la universidad.

Error.

¿Qué clase de profesor besaba a su estudiante en el salón?

Siguió con el tema, mientras que Yamaguchi notaba que hablaba más lento e interactuaba más con los demás, haciendo que pasaran a la pizarra a hacer algún ejercicio y preguntas. La clase terminó más pronto de lo esperado. El pecoso esperó a que todos se fueran para así poder hablar a solas con su profesor, aunque no tenía mucho tiempo.

—Sensei —le llamó, antes de que este también saliera del salón.

—¿Pasa algo? —preguntó ladeando su cabeza, sosteniendo la manilla de la puerta.

El más bajo bajó con rapidez las escaleras del salón hasta bajar donde estaba el rubio.

—No sea tan grosero con Terushima —pidió juntando sus manos.

—No lo fui —respondió, aunque algo dudoso de sus palabras.

—Sí que lo fue... Además le miró mal.

—Yo miro a todos así.

El más bajo soltó un suspiro negando con su cabeza mientras acunaba sus mejillas con sus manos.

—No es cierto —habló en un tono más bajo.

Hizo más caricias en su mejilla con cariño. Tsukishima solo se dejaba hacer.

—Usted me mira... diferente —susurró.

Tsukishima le miró unos segundos, intentando buscar una respuesta adecuada a sus palabras. Sus manos eran suaves, era lo único que pensaba.

—Eres mi pareja, Yamaguchi... Obviamente no te voy a mirar como a los demás —respondió llevando su diestra a la cintura del nombrado, acercándole hacia su cuerpo—. No puedo evitar mirarte así si eres lo más lindo que hay...

Yamaguchi sintió sus mejillas calientes y rodeó sus ojos. El mayor le abrazó con una mano, mientras que la otra estaba apoyada en la manilla de la puerta.

—Sensei... Hablo en serio —dijo dejando sus manos en la cintura ajena.

—Yo también hablo en serio, Yamaguchi.

Finalmente se separó del rubio, cruzando sus brazos aún teniendo sus mejillas un tanto sonrosadas.

—Sólo no le miré mal... Terushima no ha hecho nada malo.

—¿Nada malo? —preguntó colocando su mano en su cadera.

—Sí, no ha hecho nada malo. Le recuerdo que yo di mi consentimiento aquella vez... A pesar de que antes insistía, él no me ha vuelto a pedir que tengamos sexo, y no le ha dicho a nadie que nos besamos.

Tsukishima le miró pensativo. No quería admitirlo, pero tenía razón. Soltó un suspiro.

—Supongo que tienes razón.

—¿Ve?

Un pequeño silencio.

—Debo irme a mi otra clase, adiós, sensei.

—Espera, espera.

El rubio le detuvo, colocándose frente a la puerta para que no saliera aún.

—Dame un beso, Yamaguchi

Yamaguchi apretó sus labios. Relajó la expresión de su rostro y separó sus labios un segundo.

—¿Podría comenzar a llamarme por mi nombre? Me gusta más —pidió con voz melosa.

Tsukishima aclaró su voz.

—Dame un beso, Tadashi.

El nombrado sintió mariposas en su estómago.

—Sí, sensei.

Se acercó al mayor y tomó su rostro con delicadeza, para así depositar un tierno beso en sus labios.

—Nos vemos mañana, sensei —dijo con una sonrisa, saliendo del salón.

Tsukishima soltó un suspiro, para así salir del salón también. Caminó en dirección a la sala de maestros, y al entrar, sintió muchas miradas sobre él. Se sintió nervioso, aunque intentó ignorarlas. Al sentarse en su mesa compartida, Kuroo le miró de la misma manera.

—¿Por qué todos me miran como si hubiese hecho algo malo? —preguntó en un susurro al pelinegro.

Este suspiró.

—Digamos que... Otra vez se está corriendo el rumor de que sales con Yama... ese chico... —respondió mientras escribía unas cosas en su libreta.

Tsukishima llevó su mano hacia su cabello, peinándolo hacia atrás.

—Mierda.

—Oh, sí —concordó el mayor.

Se quedó mirando la mesa con el ceño fruncido.

Esta vez no podrían excusarse.

—Creo que van a despedirme.

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Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora