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Yamaguchi caminaba con lentitud en dirección a su departamento, aquel día en su trabajo había sido muy pesado y lo único que quería hacer era llegar a casa a comer algo y descansar, después de todo tendría que trabajar nuevamente al otro día. Al entrar al edificio, saludó al conserje, quien dijo que había llegado un paquete para él. Tomó la pesada caja y entró al ascensor, presionando el botón de su piso. Entretanto subía, comenzó a inspeccionar la caja.

—Ah, son los vasos —murmuró para sí mismo.

Salió del ascensor y se acercó a la puerta de su casa, para así colocar la contraseña y entrar.

—Ya llegué —dijo anunciando su llegada dejando la caja en la mesa del comedor. Miró a Tsukishima, quien estaba tomándose un café sentado en el salón—. Ya llegaron los vasos.

—¿En serio? Qué rápido —comentó levantándose.

Se acercó al pecoso y depositó un beso en su frente a modo de saludo.

—Voy a ir a calentar la cena —dijo dejando su taza vacía en la mesa.

—Está bien —respondió el menor con una leve sonrisa.

Caminó hasta su habitación, en donde se cambió de ropa a una más cómoda. Una camiseta ancha junto unos pantalones frescos y sus zapatillas de andar por casa. Frotó sus ojos con la palma de sus manos, bostezando segundos después.

Luego de cenar, ambos jóvenes se quedaron viendo las noticias y el clima para el próximo día en el salón. Yamaguchi tenía su cabeza apoyada en el hombro ajeno.

—Si quieres puedo lavar los platos yo, te noto muy cansado, cariño —sugirió el mayor llevando su diestra hacia la mejilla del pecoso, haciendo una caricia en esta con delicadeza.

—Estaría muy bien... hoy tuve un día pesado —asintió el menor con los ojos cerrados, levantándose del sofá para bostezar nuevamente.

—Ve a la cama.

Yamaguchi no rechistó y caminó en dirección a la habitación, para finalmente acostarse en la cama. Su espalda estaba agradecida.

Tsukishima por su parte, lavó los platos sucios de la cena y abrió el paquete que había traído el más bajo anteriormente. Miró los vasos, los cuales eran bastante bonitos. Aprovechó y los lavó también, dejándolos en los gabinetes donde estaba las vajillas. Cuando terminó fue en dirección a la habitación y se cambió de ropa, para así meterse en las sábanas junto a su pareja.

—Tadashi —le llamó en voz baja, esperando a que siguiera despierto.

—¿Mmh?

—¿Puedes... abrazarme? —preguntó con cierta timidez y vergüenza.

Yamaguchi con los ojos cerrados giró en dirección del mayor, rodeando su cintura con su brazo.

—Buenas noches, Kei —musitó el pecoso, dando un beso en la espalda del rubio.

Tsukishima sonrió con levedad.

—Buenas noches, Tadashi —respondió colocando su mano sobre la del contrario, para finalmente dormirse.

...

El sonido molestoso de la alarma del pecoso se hacía presente a las seis de la mañana. Este hizo un sonido molesto y estiró su brazo para apagar la alarma. Bostezó y se sentó en el borde de la cama, intentando despertarse.

—Deberías cambiar el sonido... es horrible —aquellas fueron las primeras palabras de Tsukishima del día.

Yamaguchi soltó una pequeña risa.

—Lo haré.

Acto seguido fue a ducharse. El rubio se levantó de la cama y ordenó la misma, para irse directamente a hacerse su café en su taza favorita. Yamaguchi al convivir todos los días con alguien que consumía café, tendía a tomar un poco de vez en cuando, aunque por alguna razón no tenía ningún efecto en su cuerpo —de efecto energizante—.

Yamaguchi ya estaba listo para comenzar otro día en su trabajo. Tsukishima ese día entraba más tarde, así que no estaba tan preocupado.

—¿Tienes todo listo? —preguntó el más alto viendo al pecoso correr de un lado a otro.

—Sip. Me voy.

—Espera, te hice el almuerzo —dijo el mayor caminando hacia la cocina. Yamaguchi sonrió con ternura.

Adoraba cuando el mayor le hacía el almuerzo —que consistían en bentos—, además de que la gran mayoría tenía una linda decoración.

—Muchas gracias, Kei.

Yamaguchi se acercó al mayor para depositar un beso en sus labios, para así irse a trabajar.

Yamaguchi y Tsukishima ya llevaban alrededor de tres meses viviendo juntos. Se habían adaptado bastante bien, aunque al principio de vez en cuando tenían algunos problemas con los horarios, al final se las arreglaban. No podría decirse que uno era más feliz que otro por vivir juntos. Ambos eran muy felices de poder compartir 24/7. Como todas las parejas de vez en cuando discutían por normas de la casa. A veces Yamaguchi estaba muy cansado y no quería hacer las tareas básicas, a lo que Tsukishima se molestaba por eso.

Pero todo se solucionaba por la noche.

El hecho de tener sexo ya había pasado a segundo plano. Al pecoso ya no le excitaba decirle 'sensei' al mayor. Yamaguchi llegaba tan casado a la casa que cuando estaban en mitad de eso, se quedaba dormido. Tsukishima no tenía más opción que hacer lo mismo. Tampoco es como si le molestara eso, aunque sí se quedaba con las ganas.

Tsukishima nunca pensó que se enamoraría de uno de sus estudiantes. Nunca pensó que encontraría al amor de su vida en su trabajo.

Y Yamaguchi nunca pensó que su sensei en ese entonces sería alguien tan importante para él.

Ambos eran felices viviendo juntos.

Realmente lo disfrutaban.

Fin

Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora